Ha pasado la primera semana de confinamiento y resistimos como mejor se puede.
Soy un privilegiado al poder trabajar desde casa, estando ocupado y manteniendo el día a día laboral con normalidad, viéndose solo alterado el lugar desde donde haces la faena. Pienso que, a la postre, la experiencia permitirá a muchas empresas tomar decisiones respecto de la necesidad de ciertos desplazamientos y la ocupación de espacios para oficinas. Eso sí, la libertad y el ocio asociado a las escapadas de los fines de semana son otro cantar.
Las noticias derivadas de la evolución del Coronavirus ponen los pelos de punta. Sumamos fallecimientos y contagios de una forma alarmante, aunque nos aferramos a la esperanza de que muchos logran recuperarse. Aun así, es muy preocupante que muchos no logren curarse y el óbito tenga lugar sin el debido acompañamiento y despedida de sus seres queridos, debido a las exigencias implícitas al estado de alarma.
Las gráficas evolutivas y los datos certifican que nuestros gobernantes tardaron demasiado en tomarse el tema en serio. Ahora, en plena tendencia hacia la cúspide de la curva de contagios, estamos pagando la falta de rigor y seriedad a la hora de afrontar el problema de una forma contundente desde el primer momento. Y pensad que al darnos los seguimientos se hacen siempre en términos absolutos, evitando relativizar según el impacto en función de la población de cada país.
La inacción y falta de reflejos, queriendo contentar a todos, ha demostrado que el experimento de este Gobierno es un fiasco, quedando desacreditado. Los socios no se entienden entre ellos y, si metemos en la ecuación al tercer socio (el separatismo en sus diferentes acepciones), se hace casi imposible tomar decisiones eficientes.
Por cierto, en todo este asunto no pienso dedicar un segundo en valorar decisiones del Gobierno de la Generalidad. No merecen comentario alguno. Son, sencillamente, unos impresentables. Sus actos y comentarios les desacreditan y, lo peor, avergüenzan a la mayoría de catalanes. Para temas serios han de quedar como lo que son, segundones y apartados por inútiles.
Debemos centrarnos en que siguen falleciendo compatriotas, siguen enfermando españoles y, como sucede en todo el mundo, estamos inmersos en un problema global que no hace distinciones. La única prioridad es luchar y ganar esta batalla y, si la solución es quedarse en casa, nuestra obligación es cumplir con dicha exigencia, seamos ciudadanos normales o vicepresidentes del Gobierno.
Hay que informar a la gente, con las lógicas ruedas de prensa o comparecencias, pero no puede permitirse que se aprovechen los micrófonos, estando en este contexto, para venderse y hacer campaña electoral. Muy probablemente el abuso de los tiempos y la reiteración de las explicaciones televisivas, por parte del presidente del Gobierno, obedezcan a la necesidad de compensar un sentimiento de culpabilidad que debe arrastrar desde, al menos, el 8M.
A este caballero le convendría aprender de la practicidad y claridad de los mensajes de Felipe VI sabiendo que, por mucho que lo pretenda, nunca le hará sombra. Escuchar a ambos nos deja claro lo afortunados que somos con nuestro rey y el gran problema que hemos de digerir y soportar con la mediocridad del que ejerce de presidente.
Tampoco conviene que nos olvidemos, por su alta gravedad y preocupantes derivadas, de todo lo que se está cocinando a la sombra del Covid-19, usando la prevalencia de las informaciones afectas al virus para hacer pasar desapercibidas noticias que, en condiciones normales, serían objeto de bronca social. Por destacar algún ejemplo en este sentido, interesaría conocer la relación del Sr. Iglesias con el CNI o los posibles indultos a los condenados por el “prucés”.
Ya tendremos tiempo de pedir explicaciones por esta gobernabilidad ingobernable, sus cesiones, concesiones y consecuencias. Ahora lo que compete es superar juntos esta crisis sanitaria, demostrando lo que podemos lograr unidos.
Mi reconocimiento a todos los sanitarios que están en primera línea haciendo frente a este mal. También a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y, por supuesto, a nuestro ejército, por su despliegue y montaje de hospitales de campaña con celeridad a lo largo y ancho del país. Me siento muy orgulloso de la valía y compromiso de nuestros sanitarios, cuerpos de seguridad y militares. De los políticos que nos gobiernan, como decía al referirme al confinamiento en casa durante los fines de semana, es otro cantar.
Javier Megino – Vicepresidente de Espanya i Catalans