Momentos de encuentro y de disputa se alternan a lo largo del tiempo, es intrínseco al ser humano. La propia naturaleza refleja con igual firmeza esa dualidad. Pero hay algo que diferencia esos dos planos, el hombre. Él posee inteligencia, capacidad para enderezar la deriva e impedir que se caiga en un punto negativo irreversible. Y para conseguirlo es imprescindible alejar la hostilidad por sí misma como instrumento en las relaciones personales y sobre todo en las de grupo. La democracia fue el inicio de un proceso positivo, aunar fuerzas para emprender un mañana que rompiera la constante inclinación al encontronazo.

Nada ocurre por casualidad, por eso antes del estallido es obligado haber afianzado las bases con plena conciencia o por ignorancia supina. En la sociedad en su conjunto y como es natural también en el individuo se han ido sembrando consignas proclives a considerar pieza a batir al que piensa diferente. Y lo más atroz es que se haga para conseguir el poder y mantenerlo todo lo que sea posible.

La alternancia a partir de las urnas, tiene como finalidad que distintas formas de interpretar la situación política y las medidas a tomar, puedan dirigir las instituciones. Un acuerdo constitucional en aras de competir sin necesidad de utilizar la violencia. Ahora bien, para que este proceso se cumpla es necesario ajustarse a lo legislado, al marco legal establecido. Este acuerdo con la ley se ve sorteado en muchas ocasiones pues no todos los implicados están predispuestos a respetarlo, les puede más las metas ideológicas.

El partido socialista como ave rapaz, se lanza sobre su presa siempre que la ve a su alcance, basta con repasar lo que ha sido el ambiente político en los últimos años para encontrar múltiples casos en los que se han superado los límites que requiere el comportamiento parlamentario.

El ingrediente que suele incorporar en el debate es – el patrimonio de la verdad – , una verdad absoluta que no permite ni la mínima duda y esa verdad la posee en exclusividad el PSOE. Al tachar a la oposición de “ heredera del franquismo “, ha conseguido desde la transición, afianzarse en ese principio que pocos se atreven a negar. Todo el argumentario que ella pueda ofrecer es considerado engañoso, no le avala la honestidad, sólo intereses capitalistas contrarios a las necesidades del pueblo, es lo que subyace en cada discurso del socialismo. Y a partir de ahí, todo puede ocurrir, la manipulación del más horrible atentado en España , el del 11M , que se adornó en vísperas de las elecciones con concentraciones ante la sede del PP, presión que consiguió dar un vuelco a los resultados de las urnas. “ España no se merece un gobierno que mienta “ , se esgrimió ante las cámaras de televisión. Y ahora enarbolan en el Congreso de los Diputados el reclamo de no utilizar la epidemia del Coronavirus para fines partidistas, cuando es lo que han venido haciendo siempre, en la crisis llamada de las vacas locas, en la pérdida de petróleo del Prestige, en el descarrilamiento del tren de Santiago de Compostela, por mencionar algunos sucesos más notorios.

Mucha tensión hubo con el pseudo-referéndum en Cataluña y con el control de las calles de Barcelona por los mercenarios de una oligarquía que durante muchos años se ha creído “ dueña de su destino “ , y a ello también se incorporó la izquierda socialista con el PSC a la cabeza.

La tensión que se origina, cala, se filtra y contamina el ambiente social.

En esta legislatura era necesario también caldear los ánimos y se empezó con el empeño de inhumar a Franco, sacarlo de su tumba. Lo convirtieron en un episodio nacional con la televisión como testigo para la posteridad. De nuevo la guerra civil compañera de viaje, unos españoles frente a otros, por si no fuera bastante con el empeño de los nacionalistas, que de todo hecho bélico sacan a relucir la identidad de su supuesta nación, amordazada por una España malvada, enemiga de la democracia. Y ahora en plena pandemia renacen los toques identitarios golpistas, interpretando desde su prisma cualquier acontecimiento y sin el aval legal, pues el que desde un puesto institucional dirige la orquesta, está inhabilitado.

No somos capaces de dejar atrás hechos del pasado o no nos lo han permitido, hechos históricos que por serlos han de estar en las páginas de la Historia y desde ese prisma valorarlos. No existe memoria histórica, la memoria es de las personas y esa memoria mediatizada por el señor Zapatero puede que no coincida con la realidad.

Siempre los agravios, mejor dicho, los supuestos agravios creados en un laboratorio de revanchas, nos persiguen y nos impiden afrontar el presente. En cambio otros países han echado el cerrojo a lo del ayer y todos intentan avanzar. Pueden contrastar distintos criterios, pero no ponen en entredicho la existencia de su nación ni apoyan a los que lo hacen. Nosotros tendríamos que afrontar la crisis sanitaria y la económica desde la serenidad debida y darle la importancia que tiene. El gobierno actual es el menos adecuado para hacerlo, un mercado callejero no puede ser el ambiente que permita trabajar en profundidad una catástrofe.

Mentira y más mentira es el magma en el que está navegando el presidente Pedro Sánchez, y el intervencionismo, la censura y la falta de seriedad son algunos de los ingredientes. Ahora toca hablar de la enseñanza , ahora de la renta mínima podemita, ahora de las cuidadoras del hogar, brochazos descontrolados sin acuerdos previos con el sector correspondiente. Ministerios sin asumir competencias, delegar decisiones a las comunidades autónomas en temas que deberían ser abordados desde una política nacional, la política educativa es la referencia más hiriente con la interpretación de las notas de final de curso y en frente otros ministerios arrogándose competencias anticonstitucionales.

Círculos morados superpuestos en desorden, el logo de Podemos es el que nos hace girar con el beneplácito de quien hoy preside el Gobierno. Una deriva radical que ha encontrado a un amante del poder y a unos aliados hostiles a la nación española.

Ana María Torrijos