Parece que nuestro eminente y sinigual presidente del Gobierno, el flamante doctor Sánchez, ante la reiterada y aconsejada indicación de lavarse las manos, se lo ha acabado por tomar en serio.
Sus hedónicas tendencias, con el afán de ser el guapo en cualquier foto, le obligan a encontrar una solución para evitar ser el foco y, por ende, el responsable de lo que pase en esta segunda oleada de la Covid-19 que ya enseña la patita.
No ha tardado lo más mínimo para, recién llegado de sus largas vacaciones, escurrir la responsabilidad y ceder la patata caliente al siguiente escalafón.
Tras demostrarnos a los españoles que es un inútil y está rodeado de un equipo que no le hace el feo, ha debido pensar que la mejor manera de pasar a la gloria y librarse del escarnio era saliendo de escena.
Hemos de reconocer que, como muchas otras veces, la gente con memoria de pez es probable que no recuerde todo el follón en el que nos han metido, él y los suyos. Dando por perdidos a todos esos que han fidelizado a base de dinero fácil, vivienda gratis ocupada o siendo beneficiarios del maná caído del cielo que, den por seguro, le volverán a votar.
Él, con el resto de su troupe, en donde los galones de mando médicos recaen en un filósofo, la portavocía en un surfista y el control de los medios en un nuevo rico amarquesado oriundo de la plebe, han llevado a la ruina la economía del país y han sentenciado a decenas de miles de compatriotas, algunos más de los que reconocen. Esto pasó y no debe caer en el olvido, aunque la maquinaría morada pretenda ocultarlo y decorarlo al gusto.
Ahora, ante una nueva ofensiva vírica con el fresquito a la vuelta de la esquina, ya no hay falsas esperanzas de que desaparezca el mal con los 35 grados. Y parece que la mejor solución es escurrir el bulto y ceder los trastos al rango siguiente, las autonomías, llegando a darles el mando en plaza y, si cabe, la posibilidad de decretar ellos mismos el estado de alarma autonómico. No me digan que no es para morirse de risa.
Además, sin ser baladí, al no entrometerse en los entresijos de algunos de los reinos de taifas, se le garantiza un apoyo a los presupuestos que podría cuestionarse si, como presidente de España, siguiese ejerciendo como tal y dejase de hacer de Poncio Pilato.
Javier Megino – Presidente de Cataluña Suma Por España