Algo no debe de funcionar bien en España cuando se requiere de tanto mediador europeo para tomar decisiones. En el último de los casos, para lograr que los dos grandes partidos de la política nacional se pongan de acuerdo y decidan el futuro de la Justicia en nuestro país, sin perder ambos de vista la oportunidad y el requisito que prima en sus intereses que no es otro que seguir controlando las decisiones de un poder que, en teoría, debería ser independiente.
En un alarde de hipocresía, los representantes de los dos partidos firmantes, con el risueño Bolaños haciendo el papel de bufón parlamentario inigualable, ponen de manifiesto que se ha logrado la fumata blanca cumpliendo con los objetivos exigidos desde Ferraz y Génova. Llegando a argumentar que es un gran día para España, confundiendo otra vez la nación española con un Estado que se ha transformado en una pantomima y da risa con semejantes personajes en el Gobierno de la nación.
Con PP y PSOE satisfechos, ya sabemos que seguirá la misma dinámica. El bipartidismo continuará metiendo baza, tragándose algunos la intención de despolitizar el gobierno de los jueces. Lo que era un requisito incuestionable para la renovación del CGPJ ha quedado aparcado.
Con la Justicia sometida a los intereses de los dos partidos, los mismos que han sido incapaces de acordar la defensa de España frente al adversario común que debería ser el golpismo catalán, se consuma una nueva traición al evitar que el órgano de gobierno de los jueces recaiga en manos objetivas y ajenas a la política. Ya veremos, más adelante, la voluntad que existe para dar pasos reales hacia ese objetivo, conscientes de la comodidad que les supone saberse dueños de las decisiones que arbitran el devenir de la Justicia en España y, de modo preferente, sus propios intereses.
Borja Dacalan