Lo sucedido con Iñigo Errejón ha sido la puntilla para un partido en plena agonía electoral. Situación que confieso no me apena lo más mínimo, a no ser que dicho fiasco derive en mayor apoyo al partido que hoy copa el Consejo de Ministros de España y es el mayor traidor a la nación española. Dicho trasvase, previsible y tendencialmente lógico, podría suponer el trasiego de votos entre dos siglas que comparten traidores y vendepatrias, dando electoralmente alas al maligno Sánchez por mera concentración de fuerzas.

La extrema izquierda y su bandera del radical-feminismo se han derretido con tanta calentura. La historia y aficiones de Iñigo, conocidas y ocultadas, han salido a la luz y, con ello, la hipocresía ha quedado demostrada. La hemeroteca está haciendo su trabajo y es vomitivo ver imágenes de éste en defensa a las mujeres, tras destaparse toda la verdad del que aparentaba tener carita de niño bueno. Un hipócrita más que se suma a lo vivido en ese flanco extremista con los de la mansión de Galapagar o la que vive y disfruta de su comunismo enfundada en alta costura.

Es una pena que, viendo el percal que se cierne en esa ideología podemita-sumatoria de la hipocresía, el mayor beneficiado de la espantada pueda ser “el número uno”. Habrá que seguir haciendo camino para que, tras caer la primera de las barreras, se erosione y ceda también el segundo muro. Con lo que vamos sabiendo relacionado con Koldo, Ábalos, Aldama, el hermanísimo o la media naranja, hay esperanza para que, pronto, el gran capo responda ante la justicia y no tenga más remedio que abandonar y, con ello, que los españoles podamos volver a levantar la cabeza.

Borja Dacalan