La certidumbre no es completa para saber si lo que ha puesto encima de la mesa el comisionista es completamente veraz o hay un intento de eludir responsabilidades. Aunque, sabiendo que posicionarse en uno u otro sentido es muy subjetivo, yo me creo todo lo que ha manifestado. Incluso, podría llegar a valorar que hubiese una posible contención para no acabar de inmolarse por completo viéndose frente a los todopoderosos del sanchismo. Es de sentido común, si damos por supuesto que han sido compañeros de tejemanejes, de fiestas con señoritas y de tratos frecuentes para definir mordidas durante mucho tiempo –pese a que ahora aparenten los de Ferraz que ni lo conocen-, que las consecuencias del litigio en marcha también estén viciadas. No se puede descartar alguna negociación encubierta pactada para que no se acabe de dañar a ciertos líderes del entramado.
Pensemos que, con el régimen sanchista intoxicador de instituciones y poderes en alerta máxima, junto a todas sus hienas acechando fuera de cámara entre bambalinas, el riesgo que supone tocar la moral al que da nombre a la facción radical que hoy controla el socialismo español y apellida el entramado corrupto, o su familia, supone un problema mayúsculo para el que osa ponerse frente a tanta miseria.
Confío en que la Justicia sepa fallar como merece y las pruebas que ponga encima de la mesa el pagafantas de la fiesta sanchista sean suficientemente aclaratorias, con la esperanza de que todo el peso de la ley socave los cimientos políticos que mantienen a la chusma corrupta que hoy gobierna España.
Borja Dacalan