Si la falta de vergüenza predomina en la conducta todo es posible. Por eso, tras la manifiesta mentira en la que el exnúmero dos del PSOE pretendió renegar de conocer a su asesor Koldo, dando a entender que era el equivalente a alguien con el que te has cruzado por el camino un par de veces, llegamos a la situación crítica y poco excusable en la que, ese “desconocido”, manejaba el catálogo de señoritas que colmaban las apetencias de acompañamiento íntimo del que fuese la mano derecha de Sánchez.
Hasta aquí, todos tenemos claro el papel conseguidor de uno y el del otro no hace falta que lo exprese por escrito dado que ya circula por la mente del lector. Con falta de señorío y buscando cualquier excusa, por surrealista que sea, se puede intentar escurrir el bulto para desvirtuar el vínculo real entre catalogadas, seleccionador y disfrutador. Para colmo, añadido a la penosa imagen que se traslada ante estos acontecimientos, se acrecienta la sensación de asco al saber que se pagaba la fiesta con el dinero público de los españoles, camuflando los servicios a cuenta de sueldos en empresas públicas.
Se manejan como nadie en todo lo que es manipulación, gran especialidad del rojerío. Saben mejor que nadie vender a la opinión pública una realidad paralela, con el convencimiento de que todo forofo incondicional le seguirá la corriente y aceptará el mensaje blanqueador que merezca la situación y el momento. Sin ir más lejos, estamos inmersos en otro nubarrón de mentiras y falsedades como el que ahora protagoniza el número uno. El esforzado Sánchez, sin temor alguno al ridículo, miente y tergiversa para no reconocer la necesidad de rearmar a los Ejércitos europeos ante la amenaza invasora y anexionista de personajes como Putin. En este sentido, en una búsqueda de equilibrios más que complicada para encontrar apoyos entre sus socios y cumplir con las exigencias europeas, manipula sus mensajes para camuflar la necesidad de una mayor dotación y actualización de medios y armamento a disposición de los soldados, lo que viene siendo un rearme de los Ejércitos. Pretende que los españoles se traguen su película. Pero, para la mayoría, entre la que se encuentran socios de su misma mayoría parlamentaria antiEspaña, sus palabras se saben nuevamente plagadas de maniobras estratégicamente calibradas.
En un país serio, con gobernantes con rigor, nivel y solvencia moral, todo lo que estamos viviendo en España debería suponer el fin de la etapa sanchista, pero todos sabemos la comodidad que brinda un pelele como Sánchez a todos los que le rodean y comparten como objetivo el fin de España.
Borja Dacalan