La situación de Cataluña no es mejor, es diferente. El secesionismo ha perdido fuerza, es verdad, pero se ha vuelto más radical y ha reforzado su control en la Generalidad y los medios de comunicación catalanes, impidiendo incluso a periodistas independientes ejercer su trabajo. Todo ello, en un tiempo de cinco años en los que Pedro Sánchez desde el Gobierno de la nación ha blanqueado como nunca al separatismo e indultado a los golpistas, además de eliminar el histórico delito de sedición.
Estos últimos años, se ha silenciado en cierta manera la deriva separatista, con el fin de hacer creer a la opinión pública que el contexto político, social y económico de Cataluña ya no era tan grave, pero lo cierto es que todo lo contrario, porque la mayoría de los catalanes están viendo vulnerados sus derechos y libertades fundamentales por parte de la privilegiada élite ‘indepe’, que marca los pasos en una sociedad catalana cada vez más decadente y desigual, en la que hemos normalizado lamentablemente el incumplimiento de la Constitución, sin ir más lejos, con el no cumplimiento de la sentencia del Supremo que afirma que los alumnos catalanes deben estudiar el 25% de español en las aulas.
Realmente resulta increíble lo que está ocurriendo, el separatismo se niega a admitir un descenso del secesionismo en Cataluña, por ello, en lugar de rebajar la tensión, la aumenta con un mayor autoritarismo que nos recuerda fácilmente a tiempos pasados, y ya están preparando otro golpe contra España, buscando el apoyo en este caso del brazo político de ETA, es decir, Bildu, mediante un nuevo referéndum de independencia que lleve a otra declaración unilateral, buscando entonces también un escenario de clara confrontación con el Estado.
Erik Encinas