El separatismo reprime y obvia a una inmensa mayoría de catalanes.
Hoy la columna que escribo para Cataluña Suma va dedicada al aumento de la censura en España, en concreto en Cataluña, donde aumenta sin parar con gran velocidad, porque el separatismo así lo quiere y el Estado lo permite. Cuando ahora por la Diada, la asociación secesionista ANC saca un vídeo en el que habla de represión de España, podemos hablar con claridad de fake, porque incluso están gobernando al conjunto de españoles de la mano de Pedro Sánchez. Pero centrándome en la censura, para que vean hasta que tal punto llega, el 1 de agosto comencé mi colaboración dando noticias en el programa radiofónico catalán Santos Pecadores. Se emitía los martes y jueves para toda Cataluña a través de la 92.8 FM en la cadena catalana Cooltura FM. Está semana me notificaron mis compañeros entristecidos que las noticias incomodan a la Generalidad y por ello está institución vulnerando mi libertad y mi trabajo como periodista ha amenazado a la cadena con que si no me echaban, cerraban la señal y por lo tanto los fondos. De está manera se me confirma mi cese obligado por una orden política. Algo que me produce asco y pena, porque sin periodismo no hay democracia. Y sin duda, todos saben que se trata de un motivo ideológico, porque soy buen periodista.
Es una auténtica vergüenza que estás malas praxis mafiosas se hayan instalado en la sociedad catalana como algo normal, cuando por descontado no lo son, y me niego a normalizarlas. Y además, por cada voz que el separatismo se carga o que desprestigia y ataca, la mayoría de los catalanes son más reprimidos y silenciados, porque así se evita el que se hable de muchos problemas reales y que preocupan a una parte muy importante de la sociedad catalana, y en cambio se diga sólo lo que marca la agenda de la Generalidad y los medios que son abiertamente separatistas con los tertulianos del régimen, por supuesto bien pagados con erario público. Antidemocrático totalmente.
Erik Encinas