Son muchos los amigos de diferentes puntos de España que me preguntan por la situación en Cataluña y si han cambiado las cosas. Y las cosas han cambiado.
Es cierto que el independentismo no renuncia a sus objetivos y lleva años generando un caldo de cultivo especialmente desde la educación y los medios de comunicación, pero es tan cierto como la grieta, la profunda división estratégica y personal que hay entre ellos.
También es cierto que nuestros partidos políticos no independentistas están siendo incapaces de generar una reacción común, fuerte y transversal, como lo fue en su día Ciudadanos. Pero también es verdad que esa falta de liderazgo político la está sustituyendo con éxito la sociedad civil cada día más fuerte y activa, las organizaciones que van desde profesores universitarios, en un número hasta hace poco impensable dispuestos a plantar cara, hasta grupos juveniles que apoyan a la Selección Nacional, pasando por plataformas en defensa de la lengua, en defensa de la educación bilingüe, etc., etc.
Hasta hace poco éramos cuatro los gatos dispuestos a dar la cara y a plantar batalla, ahora somos muchos más, además nos conocemos entre nosotros, nos llevamos bien y actuamos por encima de los personalismos, entidades que son capaces de unificar criterios ante una causa común y apoyar cada una las otras en su campo de actuación. Entidades que luchan en una absoluta inferioridad de medios, porque los nuestros, todo lo contrario que las de ellos, carecen de recursos y pese a eso les plantamos cara.
¿Y a España que le pedimos?, que esté presente aquí, que lo del Buque Escuela, lo de la Selección Española, lo de la Jura de Bandera Civil, etc., etc. no sean espejismos, que nos ayude con su presencia, ya se ha demostrado que no pasa nada, que se puede hacer y que nos ayude a algo tan sencillo y tan lógico como que las leyes y las sentencias se cumplan.
Nosotros estamos movilizados, a España le pedimos que no nos dé la espalda.
José María Fuster-Fabra
Artículo publicado en «La Razón».