Las lenguas y el lenguaje existen desde el origen de la humanidad. Nos han servido para comunicarnos, para el desarrollo de culturas y para narrar nuestra historia. Desde siempre, la lengua ha sido el vehículo para la expresión del pensamiento, mostrando sus diferentes vertientes, como también ha sido en vehículo para dar voz a las distintas ideologías que han aparecido con el devenir de la confluencia de diversas etapas históricas.

Deberíamos de ser conscientes de la importancia que la lengua y el lenguaje han tenido en nuestro presente y en nuestro pasado.

En la guerra, la información enviada y recibida, podía ser la base para una victoria o una derrota, para la vida o la muerte.

Durante la segunda Guerra Mundial, la lengua nativa de los “navajos” resultó esencial para dar por finalizada la Segunda Guerra Mundial. El ejército estadounidense utilizó la lengua hablada por la tribu comanche para las comunicaciones militares durante las maniobras de campo.

Los miembros de la tribu “navajo” trabajaron junto al Cuerpo de Marines para crear un código con su propia lengua. El código, según Peter MacDonald, veterano de los Marines, sirvió para salvar cientos de miles de vidas y ayudó a ganar la guerra en el Pacífico.

Ahora, debemos de volver a la realidad, para ver, como la lengua, en lugar de ser una solución a conflictos, es el arma con los que los partidos separatistas pretenden confrontar a la sociedad catalana, y por ende, confrontar a la sociedad española.

En Cataluña, la lengua se utiliza como arma para romper la convivencia social.

Lo más grave, es que sea un prófugo de la justicia española el que quiera dar lecciones.

Este prófugo dijo recientemente a través de sus medios de prensa, que el catalán se habla en la ONU y que había un conflicto no resuelto con respecto a la lengua en Cataluña: “Hay una lengua que no se podía usar con normalidad, que merece ser tratada con normalidad”. Estas son palabras del prófugo en un acto en la abadía de Sant Miquel de Cuixá, en Codalet (Francia). Quizás habría que decirle a este personaje, que la normalidad no es fugarse de la justicia en un maletero de un coche, y que, la normalidad, es que los delincuentes estén en prisión allí donde cometieron el delito.

El desvarío independentista quiere hacer creer que el catalán está en peligro de extinción y esto lo dicen sin datos objetivos. La misma falta de datos, o mejor dicho, la manipulación de aquellos que dicen tener, les lleva a asegurar que España, el “Estado opresor”, quiere hacer desaparecer el catalán de Cataluña.

Insisto en decir que el separatismo catalán utiliza la lengua catalana como arma de conflicto social, un conflicto artificial que tiene como único objetivo hacer la vida más fácil a aquellos políticos que defienden la supremacía catalana, así como a todos aquellos que les rodean, apoyan y viven de las subvenciones recibidas a través de las instituciones catalanas. Es un “modus vivendi” muy bien remunerado.

Es un lástima ver como la lengua y el lenguaje, en lugar de sumar, restan al ser utilizados por supremacistas cuya única intención es atacar a España y a todo lo que representa para su propia supervivencia.

Eva Higueras

Artículo publicado en “ntvespaña”.