El 31 de Agosto del año 2020, escribí un artículo sobre el centenario de la creación de la Legión y resumí los hechos que, finalmente, hicieron posible su creación para hacer realidad el sueño, y enorme labor largamente perseguida por Millán Astray, y donde mi abuelo, Luis de Marichalar, Vizconde de Eza, como ministro de la Guerra tuvo una misión trascendental para su consecución. (…)

… En palabras de reconocimiento del propio Millán Astray, siempre agradeció «al creador y fundador de la Legion», el Vizconde de Eza, quien además propuso al Rey Alfonso XIII el nombramiento de Millán Astray como su primer Jefe.

Pues bien, me refería entonces al contexto de esos años, y donde nada más tomar posesión el Vizconde de Eza, quiso viajar a todo el Protectorado español de Marruecos para conocer de primera mano la situación, con todo detalle.

El testimonio del viaje del ministro es una pieza clave de la realidad de la situación del Norte de Africa.

Partimos de la necesidad geoestratégica de que España no puede dejar el control del estrecho de Gibraltar, debiendo ser la política española allí «de fijeza, de continuidad y de acertado objetivo»…

Desde el primer momento Eza apuesta por una acción de España, lenta y perseverante, para atraerse a las cábilas día a día mediante acciones culturales, desarrollo ordenado, mejora del nivel de vida… para poder incorporar la sociedad a una vida moderna. De ahí, decía Eza, la importancia de los maestros, médicos, la creación de dispensarios y hospitales, el agua potable, campañas de vacunación, infraestructuras, acciones para explotar en beneficio de los marroquíes sus riquezas como las mineras, para allegar recursos a las familias… y todo lo relativo a su anterior experiencia como ministro de Fomento tres años antes, y su permanente y prioritaria vocación y actuación para las reformas sociales en bien de los menos favorecidos, que inspira constantemente su actividad en la política. Todo lo que genere riqueza para una población tan deprimida es lo que preside la labor del ministro y así lo traslada al Consejo de Ministros, y en concreto a su amigo el marqués de Lema, que como ministro de Estado, junto al de Guerra, coordinaban la acción en el Protectorado. «Al recorrer en Ceuta, Tetuan, Larache, Melilla, toda la línea de nuestro frente… acudir a zocos, y vivir la diversidad de personas y asuntos, se logran intercambios entre unas y otras cábilas… esto es característica de la época moderna que más admiran, y que saben reconocer a quienes se la proporcionan…».

El ministro Eza, junto al Alto Comisario el general Berenguer, y los generales de las respectivas Comandancias generales del Norte de Africa, recorrió aduares, zocos, campamentos y posiciones, hasta las más recógnitas, detallando en su informe todas las muchas carencias, comunicaciones, defensas, y riesgos, sobre todo frente a las cábilas rebeldes de El Raisuni en la Yebala, o posiciones muy expuestas como Bancarrix, Atba… o campamentos como Tamasusit, Batel, Dar Drius, Cheif… emitiendo el ministro su análisis sobre todas las obras a realizar, sobre la moral, sobre el delicado tema de las recompensas y ascensos por mérito de campaña, los relevos de las guarniciones, estado del armamento, vestuario, el estado sanitario, hospitales inhabitables… falta quinina y aparatos radiográficos… y todos los médicos me piden esto…».

El paludismo hace estragos al tercer año de estancia allí… y añade Eza «hay que estudiar de inmediato las causas y poner urgente remedio… profilaxis de los campamentos… designación de una comisión de médicos militares y la Academia de Medicina…» poniendo en marcha de inmediato esas acciones.

La vertiente civil, también la abordó informando a Lema de todas las acciones a desarrollar en relación con el Protectorado, manifestando todo ello por escrito, a su vuelta, al Consejo de Ministros, desde una visión humana, geoestratégica y económica.

En especial, quiso destacar los siguientes aspectos:

Impulsar el desarrollo de la riqueza natural de Marruecos en la zona del Protectorado, de forma especial la agricultura y ganadería, así como la riqueza forestal y minera, con objeto de mejorar las condiciones de vida.

En segundo lugar, la necesidad de concluir los puertos de Ceuta y Melilla. «Ambos puertos, dice Eza, constituyen la base de toda acción política y comercial de España en Marruecos».

Así mismo, prioritario el proyecto de presa de Muluya «que pondrá en riego treinta mil hectáreas de algodón… hoy solo hay esparto…» – aquí la vertiente agrícola de Eza–. «Las presas, así mismo vitales…».

En tercer lugar, debe robustecerse el papel del Alto Comisario, tanto en el ámbito militar, nombrándole Jefe de todo el ejército en el Norte de Africa, con un órgano de trabajo técnico y un Estado Mayor ágil y dotado de recursos, así como en su vertiente política… «debiéndo ponerse a sus órdenes un grupo técnico y de profesionales, para utilizar en el orden económico, y que habría de incidir en todos los trabajos… carreteras, ferrocarriles, presas, hospitales, canalizaciones y agua, cultivos, ganadería, minas, escuelas…». Con el tiempo, esto fue una realidad. Los coroneles Gómez-Jordana y Beigbeder dejaron huella de ello…

Nadie había hecho hasta entonces un análisis y acción integral «recogiendo lo más esencial, urgente y perentorio que en Marruecos había que acometer» «según palabras del vizconde de Eza en el Congreso de los Diputados, para llevar la estabilidad social a una población muy pobre, y que por otra parte sabía Eza que era la obligación moral de España, ante la responsabilidad con el Protectorado español.

De demorarse más las responsabilidades de colonización en Marruecos, las turbulencias tribales acabarían provocando una pérdida de confianza de los indígenas con la potencia colonizadora, con consecuencias impredecibles como poco después ocurrió con Annual, que podía llegar a una situación caótica y descontrolada fruto de una situación heredada, como nombrar en 1916 a líderes efímeros como Muley el Mehdi, marginando a verdaderos lideres como El Raisuni. Una política en las dos primeras décadas de siglo mal traídas y erróneas.

Según refería Eza al llegar al ministerio de la Guerra, se encontró con una inercia e inactividad por los continuos cambios y las obstrucciones de las Juntas Militares de Defensa, bloqueado en lo más perentorio, con problemas insolubles desde hacía años. El oficial y diputado Arsenio Martínez Campos se refiere en el Congreso a la labor y feliz iniciativa de Eza señalando que los soldados de cuota han sabido llevar un magnífico proceder elevando la moral del Ejército.

En este contexto es como se produce el Desastre de Annual. ¿Es una larga gestación de muy atrás lo que lo desencadena?

A raíz de la Conferencia de Algeciras de 1906, las potencias europeas toman posición con relación a Marruecos. Tanger se declaraba como territorio internacional y abierto. España ejercía el Protectorado de la zona Norte, en el Rif y al suroeste del territorio en Ifni y en Tarfaya, y Francia se quedaba con la mayor parte y más rica de Marruecos. Debería mantenerse la unidad del Reino Marroquí sin desmembramiento alguno. Esta acción de compromiso internacional será tarea por la que el ministro Eza, en unión del ministro de Estado Lema, empeñarán un esfuerzo sin límite.

El Desastre de Annual, que traerá la tragedia a más de diez mil hogares españoles en cuestión de horas, fue en su arranque una acción militar con motivo de las operaciones para ocupar el territorio entre Melilla y Alhucemas. El Comandante general Fernandez Silvestre era partidario de una política de mano dura con los levantiscos, pero no conocía con exactitud las capacidades de reacción de las cábilas marroquíes mandadas por Abd el Krim, antiguo empleado al servicio de España en Melilla, y dirigió la operación sin coordinar con ninguna de las fuerzas militares de otras circunscripciones del Protectorado. Carecía de un plan establecido y meditado, y primaron los criterios personales. A priori tenía todos los ingredientes para desembocar en un fracaso, o un desastre, como nadie pudo prever en sus trágicas proporciones.

Es posible que Fernandez Silvestre actuase por hechos externos, pero no hay pruebas de ello, por ejemplo, la implicación personal con un supuesto telegrama del rey. Lo que sí parece cierto fue que el Comandante general de Melilla se animó por los éxitos que en la zona occidental del Protectorado había conseguido el general Berenguer, como la toma de Gomara, del Fondak de Xauen en 1920, y del territorio de la cábila de Beni Arós en 1921; queriendo resolver por sí mismo con una operación arriesgada contra el cabecilla Abd-el Krim, que radicalizado pasó a predicar la “Guerra Santa”, desde las cábilas del Rif, las más belicosas de todo Marruecos, y fuera de la autoridad del Sultán y del Majzén, con el fin de proclamar la República del Rif.

En paralelo, Fernandez Silvestre, que se enfrentó en varias ocasiones con el Alto Comisario Berenguer, había tomado entre agosto y diciembre de 1920 Tafersit, Bu Hafora y Monte Mauro, y tras el arriesgado desembarco de Afrau en enero de 1921, dispuso la instalación de algunas posiciones avanzadas con centro en Annual, Sidi Dris y Abarran (febrero a junio de 1921), a fin de dominar la bahía de Alhucemas, estableciendo un cordón muy vulnerable, desde Melilla al este, que en cualquier momento podía ser cortado sin abastecimiento y posibilidad de repliegue de unidades.

La pérdida de una serie de ataques a Tasilit, Abarrán, Igueriben, obligó a Fernandez Silvestre a concentrar sus efectivos sobre el campamento no fortificado de la meseta de Annual que fue tomada por los moros de Abd el Krim el 21 de julio de 1921.

Por la incapacidad del mando para articular un repliegue organizado, la retirada resultó desordenada y trágica, con combates y emboscadas sin iniciativa española originando el desastre: Izuma, Yebel Udda, Ben Tieb, Dar Drius, Monte Arruit, en el camino hacia Melilla, con más de diez mil hombres que fueron baja, muriendo o salvajemente mutilados.

Aquí recordaremos siempre a los héroes del regimiento de Caballería Alcántara, protegiendo la retirada de sus compatriotas y muriendo casi todos en ese empeño, haciéndose merecedores de la Laureada hace muy pocos años.

La Comandancia general de Melilla se había derrumbado, con el peligro de que cayera la plaza de Melilla, una vez perdidas Zeluan y Segangan. El Gobierno con suma urgencia movilizó un cuerpo expedicionario y el ministro Eza ordenó a Berenguer que suspendiera las operaciones en su zona para transferir desde Ceuta los mayores efectivos de refuerzo con la Legión, Regulares, Regimientos de Línea y de Artilleria, que a las órdenes del general Sanjurjo contuvo la penetración enemiga y pasó a la ofensiva reconquistando Monte Arruit, y con varias divisiones y un total de 80.000 soldados concentrados en el mes de octubre, se reconquistó todo lo perdido.

Amalio de Marichalar y Sáenz de Tejada

Artículo publicado en “La Crítica.eu”