“Cuando dice que su Gobierno es ejemplar, tristemente ha de proclamarse que está en las antípodas de ello”

El presidente del Gobierno dice esta semana que su Gobierno es «ejemplar», celebrando que hace cuatro años se puso fin a un gobierno sentenciado política y judicialmente por la corrupción y falta de ejemplaridad en política. Dice que su Ejecutivo reforzó las instituciones de la democracia española y con él se empezó a respetar la división de poderes.

Este balance presidencial, desde luego, no debe ser el producido en España, más bien seguro que se ha producido en un teatro de tragicomedia. No es verdad lo que dijo de la sentencia judicial del anterior gobierno y que así quedó corroborado por la justicia. Se debe decir la verdad y no mentir.

Cuando dice que su Gobierno es ejemplar, tristemente ha de proclamarse que está en las antípodas de ello. Bien que pesa tener que decirlo, pues nada mejor para los intereses de España que hubiera sido verdad, da igual el color, pero por desgracia es una flagrante mentira, y no se puede mentir.

Sumar a ello su afirmación de que el Ejecutivo ha reforzado las instituciones y con él se comenzó a respetar la división de poderes es una broma muy poco saludable.

Repasemos hechos. El ataque a la división de poderes y a la justicia desde su Gobierno es constante e incluso insultando parte de su Gobierno a la judicatura, sin cesar inmediatamente a los autores, siendo por tanto cómplice de ello. Atacar al Tribunal Constitucional desde el Gobierno es otro mérito. Atacar e insultar delictivamente al Rey, al anterior Rey, y a la monarquía parlamentaria desde el Gobierno es otra constante, sin cesar a los autores de su equipo que lo han hecho, y por tanto siendo cómplice e inductor de ello, lo que constituye una afición muy, muy anticonstitucional.

Atacar a la Guardia Civil y la Policía Nacional, llamándoles «piolines» la mismísima semana pasada y sin pedir perdón, otro magnífico ejemplo de este jefe de Gobierno. Cesar a la directora de los servicios de inteligencia para preservar el voto de sus socios, previo chantaje, con objeto de seguir en el cargo y mientras se arrogan querer destruir España, es lo que se ‘debe’ hacer. «Ejemplar».

No exigir el cumplimiento de la sentencia del 25% de español en las aulas de Cataluña y aceptar la rebelión esta semana, de las instituciones catalanes que se niegan a cumplirla, es estar aceptando esta actitud y ser cómplice del incumplimiento de la ley y las sentencias desde el mismísimo Gobierno .

Aceptar y promover el ataque a la educación haciendo desaparecer nuestra historia, convirtiendo las asignaturas importantes en escaparates del género, impidiendo poder hablar español en España, fomentando la abulia y desinterés e ideologizando todo al estilo nacionalsocialista estaliniano. Todo ello es una perversión.

El ataque al medio rural, ataque a la profesionalidad de la abogacía del Estado, ataque a la fiscalía y su neutralidad, ataque al Tribunal de Cuentas, ataque y desprotección al niño de Canet, un «gran ejemplo». El ataque a quien defiende la Constitución en Cataluña, País Vasco y otras partes de España y su desprotección, y desprecio, una magnífica forma de entender la democracia.

El ataque y desprecio a las victimas del terrorismo, la falta de dignidad y verdad con los fallecidos de la pandemia son la sublimación de la ignominia, deslealtad, falta de ejemplaridad y locura hasta ahora desconocida. La mentira en los datos económicos esenciales, como el crecimiento, la deuda, la inflación o los costes de luz, carburantes, cesta de la compra, es inadmisible, y muy poco «ejemplar».

El pacto, tras mentir, con socios con los que jamás pactaría, la cesión de Navarra a los filoterroristas, y la ignominiosa entrega de convictos asesinos con acuerdos secretos ya al descubierto, la no investigación de los autores de casi la mitad de asesinados, como reclama el Parlamento Europeo, es de tal indignidad, que es de no creer.

La no llegada de los fondos europeos prometidos a pequeñas empresas y autónomos, mintiendo una y otra vez en ello, es un ejemplo. Los indultos absolutamente injustificados con informes en contra del Supremo y también el de hace pocos días a la secuestradora de su hijo, es así mismo, «ejemplar». O el engaño con la puesta en marcha de la excepción ibérica para rebajar la luz, que iba a ser antes de Semana Santa, aún sin llegar.

No olvidemos las sentencias constitucionales contra el Gobierno, las dos del Estado de Alarma, la de la suspensión de la actividad de las Cortes y esta semana llegó un nuevo varapalo anulando la responsabilidad que otorgó a los tribunales superiores para la autorización de medidas sanitarias. Hay que mencionar también las sentencias del Constitucional contra el nombramiento del vicepresidente del Gobierno en la comisión del CNI, y en contra del nombramiento de la presidenta de TVE. El incumplimiento de las recomendaciones del Consejo de Europa, hasta 19, son un ejemplo de ataque a la ley y a la constitución. «Muy ejemplar» .

Sin olvidar la exigencia de Europa para que la renovación del CGPJ sea por los jueces y no por los políticos y su sectarismo, a la que ningunea el Gobierno, buscando artimañas, presiones y atajos.

En fin una larguísima lista, de verdadera falta de «ejemplaridad» y de destrucción de la división de poderes, además de ataque frontal a todas las instituciones. Muy al contrario del discurso de «balance ejemplar» que el Jefe de Gobierno ha dado esta semana,

Es muy lamentable la imagen que estamos dando en Europa y en el mundo, muy lamentable también la destrucción que está originando en su partido y muy lamentable en un momento tan crítico como en el que estamos, con una gravísima situación social y económica, aún con la tragedia de la pandemia, y con una guerra inhumana en Europa, que el Jefe de Gobierno no dimita o convoque un gobierno de concentración dando un paso atrás por lo «poco ejemplar» de su comportamiento y acción diaria como muestran los hechos. Nunca una irresponsabilidad mayor se unió a un comportamiento «nada ejemplar» y apuntalado con una soberbia muy perniciosa que ciega la única prioridad: los españoles.

Amalio de Marichalar.

Artículo publicado en “El Catalán”.