“España es esa nación, una gran nación, la primera nación europea, es decir del mundo, junto a Portugal, que supo conformarse a lo largo del devenir de veintidós siglos”
Tenemos ante nosotros, no un proyecto sino una gran realidad, una gran responsabilidad, una gran nación: España. Un ejemplo en la historia de la humanidad, y ha de seguir siendo un ejemplo en la continuación de la historia en la que estamos.
Una nación grande es la que cree en sí misma, antes de nada, y la que cree en su conformación, en su historia, en su religión, en su cultura, en su constante creación y en su tradición. Una nación grande es la que se respeta a sí misma, respeta a los demás y es respetada por los demás. Una nación grande es la que asume, sin titubeos, su responsabilidad de ayer, la responsabilidad de hoy y su responsabilidad en el futuro. Una nación grande es la que trabaja sin complejos día a día orgullosa de su pasado, orgullosa del presente y orgullosa del trabajo arduo que prepara su futuro.
España es esa nación, una gran nación, la primera nación europea, es decir del mundo, junto a Portugal, que supo conformarse a lo largo del devenir de veintidós siglos. Quiso descubrir para el mundo la libertad, la dignidad, el honor, el sacrificio, la independencia y la paz a través del heroico pueblo Numantino. Quiso fusionarse con el legado grecorromano y el hilo conductor y vertebrador del cristianismo, y de ahí luchar durante ocho siglos por su independencia reconquistando su solar. Descubrir un nuevo mundo, en un hecho excepcional, de la historia universal, también circunvalarlo inmediatamente por primera vez, como nueva gesta excepcional, crear los derechos humanos, como hecho inédito en la evolución del hombre.
Encabeza la ciencia, las artes y el conocimiento en todos los órdenes, puebla el nuevo mundo de universidades y, en fin, preside los avances más importantes de la humanidad a lo largo de tres siglos. Esa es España. Una nación que ha sembrado el mundo de personajes de primer orden en todos los ámbitos y de personajes mínimamente conocidos, desconocidos, o aún por conocer, que han sembrado de todo lo mejor el mundo entero y en ejemplar importancia en cualquier materia imaginable.
Hoy, en nuestros días, seguimos haciéndolo en cualquiera de los estadios que cito y somos primera potencia o entre las primeras en solidaridad, avances científicos y médicos, humanistas , ejemplares militares, empresarios, artistas de todas las disciplinas, misioneros, arquitectos, ingenieros, matemáticos, deportistas, gastrónomos, voluntarios… Seguimos siendo primeros o muy cerca de ellos, pues tenemos esa herencia ganada desde siglos y seguimos siendo dignos de ella, sabiendo adaptarla, usarla y mejorarla si cabe, día a día, donde es menester. Sabemos muy bien de dónde venimos y sabemos dónde queremos ir.
Por supuesto que hemos tenido momentos trágicos en nuestra historia — quién no –, pero el balance es tan positivo que no podemos jamás renunciar a la legítima y ganada aspiración a mejorar pero sobre lo mucho y bueno que ya somos. Complacencia, nunca. Sano orgullo, por supuesto, y sin complejos.
Claro, no estamos exentos de los males que nos aquejan y también de los de origen externo, pero hemos de reivindicar todo lo ejemplar que estamos obligados a ser. Una gran nación no puede renunciar a ello. Los españoles tenemos una clara visión de los valores de nuestra patria, los que nos hicieron grandes y los que enraízan nuestra sociedad para acometer con seguridad los mayores retos del presente y del futuro. Nadie puede quebrar ese objetivo ilusionante y permanente. España no es el egoísmo y deslealtad de algunas regiones a través solo de sus políticos, regiones que tanto han contribuido durante siglos a nuestra magna y ejemplar historia en común. España no es la impunidad de los responsables públicos de esas regiones, que traicionan a la nación e incumplen la constitución, leyes y preceptos.
España no es un gobierno que traiciona su obligación y traiciona a la nación. España no es una deriva programada y auspiciada por los actuales altos responsables gubernamentales, deriva y destrucción que quieren, de todos los fundamentos que la hacen ser lo que es. España no es la traición al espíritu de reconciliación y de paz que, gracias a un Rey excepcional, además, nos trajo la democracia, y con ello recuperó y retomó, tras un periodo trágico, una trayectoria ejemplar en nuestro compromiso histórico universal y con nosotros mismos.
España es recuperar con fuerza la verdad y la libertad, común a todos, independientemente de visiones políticas, pero respetuosas y también contentas, antes de nada con la Constitución y con la Ley, y respetuosas y también contentas, muy contentas, con conocer y admirar nuestra historia, nuestra cultura, nuestra religión, nuestra lengua y tradiciones seculares. Respetando, admirando, sabiendo y al menos conociendo, como cuestión esencial, de dónde venimos…
La España que se quiere imponer por decreto, quebrándonos las conciencias y la libertad, es una traición a nuestra más simple inteligencia y sentido común, además de la traición y golpe al estado y a la nación, de quien actúa así. Solo quien actúa de tal manera, se desprecia y se engaña a sí mismo, y quiebra su dignidad y conciencia. Tiene el alma oscura y tenebrosa. Y eso, precisamente, no es España.
España es la alegría y la ilusión compartida en un proyecto común presidido por la lealtad, la honorabilidad y la responsabilidad que hemos de encabezar todos. España es todo lo mejor que llevamos dentro y el compromiso del destierro para siempre de nuestros demonios.
España es el abrazo que siempre fue, y siempre ha de ser, aún siendo distintos. España es armonía y paz… mensajera del bien. España es el recuerdo y deuda con nuestros mayores, y el trabajo honrado hoy y mañana, que satisface nuestras conciencias y se alegra en su memoria. España es esa enseñanza de la historia que envuelve nuestra alma y nos regala unos valores patrios que son el eslabón más firme en el que poder asirse nuestros hijos. España es ese viaje sin fin de un recio galeón que surca tempestades y bonanzas con firme timón, con la confianza de descansar seguro en cada puerto. España es la alegría de las conciencias tranquilas, del alma limpia, y de los valores firmes, como nos enseñaron nuestros padres, capaces de unir fuerzas en pos de lo mejor.
España es dignidad, honor, sacrificio y verdad. España es libertad.
Amalio de Marichalar.
Conde de Ripalda.
Artículo publicado en “El Catalán”.