El 21E una manifestación ejemplar, multitudinaria, colapso la Cibeles, con un grito ensordecedor y unánime de los españoles, de cualquier pensamiento, clamando por la defensa de la democracia.

Nos llaman nostálgicos y nos comparan a los manifestantes independentistas y sediciosos que de acuerdo con las instituciones filogolpistas, que gobiernan Cataluña son los que apoyan que pueda gobernar quien así nos llama. Todo un autocalificativo de quien así habla, solo que no solo nostálgico – si así se puede decir – de lo que prometió no hacer jamás a sus votantes, o nostálgico por perder el norte en la defensa de la Constitución y del estado de derecho, sino nostálgico de no saber el mismo, si tiene mínima palabra o no, o mínimo comportamiento adecuado.

Lo nostálgico es perder la confianza por alguien que no quiera cumplir la Constitución ni la ley y que quiera destruir el estado de derecho y con ello la democracia. Nostalgia y pena de tener que añorar y pensar en la importancia de alguien serio y resulta que quien preside no lo es.

Menuda consideración, a quienes defienden la libertad y la democracia, creyendo despreciarles y encontrar su propia realidad.

Pensándolo bien, quien habla así es un perfecto irresponsable, claro que, quien miente para acceder al poder y auto dilapida su credibilidad y honestidad, es para una consideración aparte.

El Presidente del Gobierno ha recibido al presidente de la Republica de Francia. con motivo de la cumbre hispano- francesa y lo ha recibido en Barcelona.

Al saludo inicial si asiste el presidente de la Generalidad mientras sus correligionarios se manifiestan en contra de la Constitución, y en contra de España, apelando a que el proceso no se ha acabado.

El Presidente de la Generalidad saluda al presidente francés y acto seguido se va para no escuchar los himnos de Francia y España, y además se va a su sede institucional para declarar que quiere la independencia y ofrecer al presidente de Francia un nuevo estado en Europa.

El presidente del Gobierno calla durante la grave ofensa a los himnos de las dos Naciones y calla ante las declaraciones golpistas contra la Constitución. Francia, a los pies de los caballos delante del jefe de Gobierno español que calla y no corrige la situación, así que es cómplice consciente de tal ataque a Francia y a la Constitución española, y como máximo representante español, el único responsable.

Es una traición a su propia nación que quien la preside admita declaraciones de ataque constitucional y delictivas, de quien es representante del estado en Cataluña, gracias a la Constitución, y todo ello dicho solemnemente delante del presidente de la Republica de Francia. Es además una falta de toda dignidad imaginable y de falta mínima de sentido de la vergüenza y de una afrenta sin precedentes a Francia . Es inimaginable que un presidente de Gobierno español en visita oficial a Francia, a Lyon por ejemplo, delante del presidente de la Republica de Francia, el alto representante regional salude al presidente del Gobierno español en el saludo oficial como máxima institución en la region, presentado por el Presidente de la Republica de Francia, y que tras ese saludo y el saludo al alcalde de Lyon y ministros de ambas naciones, se proceda a escuchar los himnos nacionales de España y Francia por parte del Ejército francés, como máximo acto de solemnidad en la recepción oficial, y justo antes de comenzar dichos himnos la máxima autoridad de la región de Lyon desaparezca. No solo desaparezca, con un desplante y deshonra inadmisible a España y dejando por los suelos a Francia, sino que el Presidente de Francia no diga nada y minutos después el alto representante de Lyon desde su sede oficial de una rueda de prensa afirmando el objetivo de independencia de Lyon y que además quiere que sea un nuevo estado en Europa, y a la pregunta de por qué no ha escuchado los himnos responde que no reconoce al Ejercicio francés en Lyon …., dicho todo ello en el comienzo de la visita oficial de España, y sin que el presidente de la Republica francesa diga absolutamente nada.

Vuelvo a la manifestación del 21 E en Madrid, aquella de la nostalgia, pero dejando la broma, un ejemplo único de participación multitudinaria de todas las ideas y sensibilidades, y única también e innovadora, al convocar de forma excepcional a todos los españoles, apoyada por más de cien instituciones de la sociedad civil de todos los rincones de la nación, por primera vez en 43 años, para la defensa de España, de la democracia y de la Constitución.

Una manifestación convocada por la sociedad civil exclusivamente y que aúna ya definitivamente un clamor ensordecedor de toda España contra la deriva injustificable de este Gobierno que ataca las instituciones, la Constitución y el estado de derecho, fagocita hace dos semanas el Tribunal Constitucional, y pervierte los más importantes valores democráticos todos los días.

Al día siguiente, – » el día después » – , el 22E, hemos estado en la manifestación de Barcelona, en la Plaza de San Jaime convocados por Cataluña Suma por España y donde intervinimos el propio presidente Javier Megino para reclamar el Estado del derecho transgredido por este Gobierno, Angel Escolano, vicepresidente de Cataluña Suma por España , Carlos Gredilla , presidente de Españoles de a pie, Iñaqui Ezquerra, escritor, y el que suscribe, como coordinador de » de español a español por la Constitución »

Este » día después » ha sido especialmente importante para continuar horas después el éxito de Madrid y recoger Barcelona la antorcha de la libertad y de la democracia, renacida con firmeza tras 43 años, por el clamor popular y ensordecedor de españoles de todas las ideas, sectores y condiciones el día anterior. A partir de aquí esa antorcha ha de proseguir el viaje por toda España para recoger los frutos de reafirmación en los valores constitucionales y democráticos que en España entera están despertando, ante el adormecimiento que el Gobierno premeditadamente provoca a la sociedad, y en paralelo, con su acción diaria de perversión de la democracia.

El simbolismo en la Plaza de Sant Jaume encabezando los valores constitucionales, del estado de derecho y de la democracia en la casa de todos los catalanes y por tanto de todos los españoles, denunciando así mismo a un Gobierno autonómico y a un Gobierno nacional por su ataque directo, uno, y callado y cómplice otro, a la Constitución y a España, es de una fuerza inimaginable para dar la necesaria esperanza y seguridad al pueblo catalán, y con ellos, al conjunto del pueblo español.

En la Plaza de San Jaime pudimos rearmarnos moralmente, y empaparnos de la dignidad y heroicidad del pueblo catalán que defiende diariamente la Constitución, la ley y la democracia, pisoteados todos los días por sus instituciones, esas a las que se permite y de manera cómplice atacar constantemente a España, nos fundimos con ellos prometiéndoles jamás abandonarles, honrándoles por ser la vanguardia de la defensa de España, y pudimos también como españoles de a pie desagraviar a Francia ante la deshonra sufrida tres días antes, y además dos señoras francesas al finalizar los discursos de la manifestación quisieron darnos las más expresivas y sentidas gracias, y de forma reiterada, por pedir perdón ante la afrenta a Francia del presidente de la Generalidad, admitida y avalada de manera aún más grave por el Presidente del Gobierno.

Hechos, todos ellos, acaecidos el 21E en Madrid y el 22E en Barcelona. Hechos que abren la más sólida esperanza para recuperar firmemente el cumplimiento en espíritu y letra de la Constitución y la ley, para recuperar la libertad y la democracia, todos unidos, los españoles de bien, de cualquier ideología, para recuperar el rumbo firmemente tras el abrazo y la reconciliación que nos dimos hace más de cuarenta años, reafirmando la concordia y la convivencia entre todos y desterrar a quien ha sembrado satánicamente la desunión, la división y el odio. No merecemos los españoles una traicion tan perversa, provocada conscientemente y en todas las direcciones, y tanto a los que le otorgaron la confianza como a toda la nación.

Amalio de Marichalar

Artículo publicado en «La Razón».