Un dirigente ejemplo de la más perversa vileza como método de supervivencia.
Estamos en un momento de excepción. Estado de excepción democrática. Momento de excepción a la historia de éxito democrático de más de cuarenta años. De excepción a gobernantes y sus momentos buenos, regulares o malos, que de todo ha habido, con alguna decepción puntual, pero todos construyendo y consolidando reconciliación, perdón y paz. Nuestro éxito más importante en siglos.
Estamos en estado de excepción en relación a lo que es seguir construyendo paz, justicia y democracia. Estamos en una excepción, para la deconstrucción de todo el tesoro logrado y legado.
Estamos en una fotografía de excepción que parece inventada para lograr lo peor. Estamos en excepción histórica y democrática, para lograr sabotear lo mucho logrado en estas décadas pero también en muchos, muchísimos siglos.
Nos dirige quien es protagonista de esta anómala excepción histórica y democrática en más de cuarenta años y eso es una verdadera excepción en relación a cualquier otro dirigente. Ninguno antes ha podido gobernar en un marco de progreso y avance social y económico y en un marco de primera consideración democrática, pero no para perseverar en ello, sino para renunciar de golpe a todo lo logrado en el mejor periodo histórico jamás vivido.
Inimaginable poder siquiera pensar en alguien que quisiera dar la vuelta y destruir la más exitosa trayectoria jamás lograda de España.
Si es querer hacer desaparecer los fundamentos más esenciales y necesarios de la democracia, como la división de poderes, la independencia judicial, el ataque a todas las instituciones, perseguir la libertad de opinión, corregir el código penal a la satisfacción de golpistas o fagocitar el Tribunal Constitucional, si todo eso es lo logrado, hay algo que supera todo lo anterior, por ser además previo a todo. Se trata del ataque a la más elemental dignidad humana.
Un dirigente que prioriza en su acción el devastador desprecio y oprobio a la persona sin el más mínimo recato y con la crudeza de quien no conoce ética y escrúpulo alguno.
Un dirigente que juega con las palabras para pervertirlas y lograr fríos réditos según convenga.
Un dirigente que incumple promesas solemnes y reiteradas para construir su programa en la estela de dolor y sangre de inocentes. Un dirigente que pacta con quienes ostentan la “virtud ciudadana y democrática” de haber sido condenados por terrorismo. Un dirigente que pacta con quien teniendo esas credenciales sabe que cede día a día con retorcimiento de la ley y la estrategia de la indignidad, la soberanía de los españoles, a quienes tienen el mismo plan que cuando asesinaban, para lograr la anexión de Navarra, la independencia y con ello la destrucción de España. Que sabe la actual extorsión y amenaza de múltiples maneras en muchísimas localidades con miedo, que sabe la diáspora de al menos dos centenares de miles de personas del país Vasco y la imposibilidad de que exista allí así la democracia. Categóricamente ha de afirmarse: ese marco impide la democracia.
Un dirigente que promueve e impone a toda España dictatorialmente la obligación de depender de listas terroristas, que ni rectifican ni piden perdón, ni colaboran en los centenares de horrendos delitos sin resolver.
Un dirigente que sabe bien quien compone para final de mes listas electorales municipales adornadas de delincuentes juzgados por asesinos y por terroristas, al igual que lo que representa su principal interlocutor, el mismo con el que negocia y pacta.
Un dirigente que sabe que jamás la sangre derramada por tantos inocentes , ni ayer, ni hoy, ni nunca, es la que debe ser testigo de intercambio para la traición más indecorosa e indecente.
Un dirigente que aún así se mofa de las víctimas de tanto asesinato y terror, y prefiere decir en el Congreso un “eso no está bien” para inmediatamente pedir seguir pactando con los juzgados por terrorismo, tras las elecciones de fin de mes, en un espectáculo que quedará para siempre grabado como retrato de la más sublime abyección y perversidad.
Un dirigente que es capaz de eso y sabedor que aún siguen en la lista 37 terroristas y 7 que fueron condenados por asesinar que inventan una excusa, y es capaz de seguir pidiendo rastreramente ese pacto para que pocos días después la elección municipal pase y todo el revuelo desaparezca .
Un dirigente que utiliza la dignidad de la persona, la dignidad de tantas personas víctimas del horror, junto a sus familias, para mancillarlas y arrastrarlas por el sendero del trueque manchado de sangre inocente sin importarle el precio a pagar ni las exigencias de los malditos. Un dirigente sin alma, sin pulso, un dirigente marcado por la maldad y la ignominia. Un dirigente que intercambia la dignidad de la persona y la memoria de unos héroes por la efímera compra de un voto ensangrentado.
Un dirigente ejemplo de la más perversa vileza como método de supervivencia. Un dirigente que ha despreciado y traicionado a sus correligionarios, y a la memoria de los que de ellos también dieron su vida, junto al resto de héroes, víctimas de un horrendo fanatismo y que también ha traicionado a la memoria y honor de sus familias…
Estamos en un gravísimo momento democrático de excepción.
Un dirigente que encabeza esa excepción antes que nada y antes de la perversión y ataque democrático que practica diariamente a los fundamentos de nuestra democracia, antes que todo eso, encabeza la mayor y la más blasfema acción contra la dignidad de la persona, la dignidad humana, la dignidad de personas inocentes, junto a sus familias, y también junto a los españoles de bien de todos los pensamientos, y de quienes, además, dieron su vida para protegernos a todos, para proteger la democracia, para proteger nuestra libertad, nuestro honor, nuestra integridad y dignidad como españoles.
Esto no depende de ideologías. Es anterior. Depende de sentido común, raciocinio lógico, equilibrio mental, depende de mínimo discernimiento ético, mínima dignidad, mínima humanidad, mínimos principios.
Un presidente de Gobierno que tiene socios preferentes manchados en listas de sangre y de terror, habiendo prometido jamás pactar con ellos, cómplice por tanto de tanta ignominia, que se descubren por todos los españoles esas listas electorales con terroristas, y aún así les pide seguir pactando tras las municipales, no tiene calificativos. O si los tiene, pero difícil poder superar y con ello calificar esta sublimación de la más perversa y abyecta manera de ser de una persona.
Amalio de Marichalar
Artículo publicado en “La Razón”.