«El arrastre por el lodo de la ignominia es tal que hiere la dignidad más simple de todos los españoles»
Hay momentos en la vida que no caben medias tintas, ni caben componendas, ni veleidad ninguna, ni mirar a otro lado, ni medias palabras, cuando lo que está en juego es la dignidad, el honor y la unidad de España. Hay momentos en los que tanto engaño y mentira, tanta manipulación e hipnosis colectiva, bien inducida por tantos medios de comunicación comprados, se convierten en indignidad y deshonra inasumible.
Hay momentos en los que reflexionando, nunca pudimos imaginar que el deshonor y la deshonra encabezada por un presidente de Gobierno, se adueñara de España. El deshonor y deshonra continuados y diarios, además del atentado al corazón de la democracia que encabeza el presidente del Gobierno, secuestran el patrimonio inmaterial de los españoles, que acumulamos desde siglos, como primera nación, junto a Portugal, de Europa.
Atentado, si, al atacar directamente a la independencia judicial y la separación de poderes, señalando a jueces desde el Gobierno. Atentado, al promover una ley de amnistía que rompe con la igualdad de todos los españoles, compra con ella corruptamente siete votos necesarios para sobrevivir, al igual que compra por otro lado los votos de listas ensangrentadas, atenta esa ley contra la concordia de todos los españoles, dando alas a delincuentes y criminales, socios plenos del Gobierno, que prometen ayer mismo, públicamente, volver a delinquir contra la unidad de España.
Atenta contra los fundamentos de la Constitución, sabedor en prevaricación, de que es así, asegurando antes de las elecciones la inconstitucionalidad de esa ley. Atenta contra el bien común y contra la propia democracia que nos dimos, al no valer nuestras leyes, jueces y sentencias, atenta contra nuestra entrada en Europa, que debió ser fraudulenta al poner esa ley frontalmente en cuestión nuestra Constitución.
El pacto expreso y criminal con condenados por terrorismo, con golpistas, con destructores de la unidad nacional, con instigadores de la involución, con delincuentes prófugos de la justicia, con mediadores extranjeros… el pacto jamás imaginado y oculto de un gobiernos, junto a delincuentes y fabricado a su medida y a escondidas en el extranjero.
Todo un homenaje al ejercicio inadmisible y de inspiración delicuencial del poder. España no puede permitir este deshonor y esta deshonra, más allá también de la quiebra de la Constitución, de la ley y de la democracia. El ejercicio deshonroso, vil y deshonesto del poder ha alcanzado cotas sublimes e inenarrables.
El arrastre por el lodo de la ignominia es tal que hiere la dignidad más simple de todos los españoles e independientemente de cualquier ideología, que sepa anteponer una lógica y dignidad mínima. La deshonra y el deshonor es tal que no existe antecedente imaginable en nuestra historia, y esa deshonra y ese deshonor alcanzan ya de lleno a Europa.
El honor y la honra de España han de recuperar inmediatamente su trascendental, principalísima y permanente posición, pues ello nada tiene que ver con diferentes pensamientos. Ello pertenece al acervo que las personas han de llevar en su vida sin que nadie mancille ese tesoro. Es algo de reivindicación permanente, y trasciende las épocas.
El honor y la honra de España nos pertenece a todos y todos hemos de llevar con orgullo, como el bien más precioso. El honor y la honra de España debemos protegerlo siempre y debemos servirlo y dar testimonio. Debemos enarbolarlo permanentemente. El honor y la honra de España han de prevalecer y ser fundamento y argamasa esencial de nuestra convivencia. El honor y la honra de España han de dignificar nuestra obligación diaria y nuestra responsabilidad, cualquiera que ella fuera.
El honor y la honra de España han de presidir nuestra actitud y nuestro ejemplo. El honor y la honra de España han de fortalecer nuestro espíritu y nuestro sentido patrio. El honor y la honra de España han de ser la guía más importante para ganar nuestro presente y nuestro futuro, y hemos de transmitirlo incólume a las nuevas generaciones, como garantía esencial en su caminar seguro. El honor y la honra de España no se mancilla ni se traiciona.
El honor y la honra de España es el fundamento y el bien que han de guiar los mejores valores que custodian nuestras almas. El honor y la honra de España es intemporal y es la base consustancial de nuestra nación milenaria. El honor y la honra de España es ejemplo de nuestra civilización occidental y cristiana y es una parte principal del fundamento de Europa. El honor y la honra de España es creador de los derechos humanos y de la democracia.
El honor y la honra de España es el abrazo profundo que nos dimos, tras nuestros graves errores reconocidos, y por tanto la grandeza de nuestra reconciliación, nuestro perdón, nuestra paz, nuestra lealtad y buena fe con nuestra Constitución, con nuestro Estado de Derecho y con nuestra democracia. El honor y la honra de España es nuestro referente constante, nuestro sentimiento como nación, nuestro orgullo, aprecio y tesoro sin igual y permanente a la aportación de todos en un ejemplo sin igual, y también en la contribución de tantos, más allá de los mares y océanos.
El honor y la dignidad de España es la esencia de lo mejor que todos representamos, es la esencia de la búsqueda suprema del bien, es la esencia de la lucha por la verdad y de la defensa hasta el último aliento de la libertad.
Amalio de Marichalar.
Artículo publicado en «ElCatalán»