Se cumplen diez años de un reinado ejemplar en el marco de los cuarenta y cinco años de democracia modélicos que supo impulsar tras casi dos siglos de crisis y trágicas guerras fratricidas, SM el Rey Don Juan Carlos para transformar en una definitiva reconciliación y paz que jamás podrá valorarse ni agradecerse suficientemente.
Un auténtico tesoro, único en nuestra historia y generador de todo tipo de bienes para la sociedad del presente y del futuro. Un tesoro en una transición inigualable, generador de la tan ansiada Constitución válida para todos y de la propia democracia. Un tesoro que nos llevó a recuperar la dignidad como nación y el pleno reconocimiento y automática consideración al más alto nivel en todo el mundo. Un tesoro generador de bienestar y oportunidades para toda la sociedad a nivel tanto nacional como internacional. Un auténtico abrazo de profundo reconocimiento entre todos, de perdón y de construcción, siempre unidos, de la mejor España.
Un legado que nos dejó el Rey Juan Carlos, y que nos pertenece a todos, con la obligación permanente, hoy y siempre, del reconocimiento y gratitud más profunda, y ya hecha la asunción de errores de sobra saldados que engrandece aún más si cabe la figura, ya reconocida entre las principales de toda nuestra historia, del Rey Juan Carlos.
Un legado, además, que mantiene incólume SM el Rey Felipe VI, no solo siendo el mejor guardián de ese tesoro que nos pertenece a todos, sino, reforzando ejemplarmente día a día, la esencia sobre la cual hemos de aprender los españoles cómo construir de forma segura nuestro presente para mejor labrar el futuro de todos.
Un legado que extrae lo mejor y la permanencia de esa reconciliación y paz entre los españoles como columna vertebral de lo que debe ser una sociedad moderna armada de lo más importante, de los principios y valores imperecederos que son el marco permanente e indispensable para la convivencia y el máximo respeto en espíritu y letra a nuestra Constitución y a nuestras leyes. Esa lealtad plena que a todos nos obliga.
En este décimo aniversario del reinado del Rey Felipe VI España ha de seguir el ejemplo del Rey y saber responder a nuestras responsabilidades como nación. Todos estamos llamados a esa tarea, toda vez que el Rey encabeza ejemplar y constantemente los principios esenciales para el ejercicio y aplicación de los fundamentos más importantes de la democracia.
España es una nación que sabe afrontar los problemas más grandes con espíritu de unión y de ayuda entre todos, y que sabe afrontar los malos momentos. No hace falta preguntar quién es o qué piensa, la solidaridad emerge de inmediato para solucionar el problema. Eso es España, tierra de alegría y heredera de valores trascendentales para construir un sólido presente y futuro, España sabe estar a la altura de su Rey y agradece en este aniversario sus desvelos y trabajo constante, su buen hacer y su ejemplo. España sabe que, por encima de los mayores reveses y problemas, el Rey cumple siempre con sus deberes más allá de lo imaginable y garantiza todos los preceptos constitucionales y sus normas más esenciales.
Un gran Rey al frente de un gran pueblo, el español, por encima de cualquier enemigo. Un gran Rey para una España moderna, vibrante, alegre, reconciliada para siempre, con todo el presente y futuro garantizado, y con todos los aditamentos para crecer siempre en virtudes como sabio contrapeso a los muchos peligros que nunca tendrán una sola oportunidad.
Un gran Rey para una nación de siglos, ejemplo único en la humanidad de la creación de los fundamentos más esenciales y permanentes de nuestra civilización cristiana y occidental.
Un gran Rey defensor de nuestra Constitución y de las columnas vertebrales de nuestra libertad y de nuestra democracia.
Larga vida al Rey. Viva el Rey. Viva España.
Amalio de Marichalar
Artículo publicado en “SevillaInfo”