Acababa la segunda de las entregas con la poco alentadora mención a una desilusión, término que podría titular este tercer escrito puesto que, a tenor de los acontecimientos, la frustración se ha visto definitivamente consumada. De un modo más o menos oficial se han definido y comunicado las listas electorales para unos comicios autonómicos cuya fecha, si los intereses electoralistas se mantienen para los socialistas, tendrá lugar el próximo 14 de febrero. No deja de ser curioso, con el referente de otras convocatorias similares previas en unas condiciones sanitarias no tan malas y estando ahora en plena cresta de la tercera ola, que no se valore seriamente la prórroga de dichas elecciones y, de paso, la puesta en marcha de medidas más drásticas del estado de alarma, algo que damos por supuesto tendrá lugar cuando consideren los estrategas del “sanchismo”, con la cita electoral de Cataluña vencida. No es nada nuevo, se trata de una intromisión más, en esta ocasión demostrando que para nuestro penoso Gobierno priman los votos antes que los muertos, llegando a ser capaces de encumbrar la gestión inútil e incompetente de su próxima y flamante apuesta electoral, dulcificando una candidatura que, con datos en la mano, ha sido un auténtico desastre. Tras toda esta peripecia ya sólo nos faltaba ver a Iceta de ministro, tema para el que ya me quedo sin palabras.
Volviendo al tema central de mi escrito, en referencia a esa idea globalizadora del constitucionalismo, después de numerosas reuniones utilizando el ya familiar sistema de videoconferencia, podemos decir que el esfuerzo que llevamos a cabo no dio los réditos esperados. A pesar de ello, teniendo en cuenta la motivación y compromiso de los que estuvimos presentes, debemos reconocer la validez del tiempo utilizado, aunque sea en términos de satisfacción personal. De hecho, algunos tenemos muy claro que nunca perdemos tiempo si lo dedicamos a defender los valores y la España que queremos. El resultado final, en esa utópica búsqueda de una lista de confluencia unitaria en la que se sumase todo el abanico de partidos políticos constitucionalistas catalanes, no tuvo éxito. Pero, como he dicho, es innegable y merecedor de reconocimiento el esfuerzo llevado a cabo por quienes han demostrado que priman sus valores patrióticos y de carácter colectivo, sin hacer lecturas interesadas o partidistas.
Con el liderazgo del Sr. Alejo Vidal-Quadras, acompañado de sus compañeros en el coloquio que fue germen de la propuesta, la emisión número 9 del programa Suma de Opiniones de los jueves tarde, en referencia a los señores José María Fuster Fabra y Julio Villacorta, más la participación y sello organizativo de Cataluña Suma por España como referente del asociacionismo constitucionalista, nos entrevistamos con los líderes del Partido Popular, VOX y todo el abanico de partidos de la izquierda constitucionalista críticos con la deriva nacionalista, torticeramente camuflada, del PSC. Unos contactos que demostraron que eran estos últimos, en su mayoría escisiones del PSOE catalán tras su enfoque connivente con el separatismo, los más sintonizados e interesados con el buen fin de nuestro planteamiento, algo que les honra. Y, por cierto, respecto a los que se puede echar en falta en mi anterior alusión a partidos con los que contactamos y tratamos el tema de modo directo, tan sólo decir que no tuvimos respuesta a la citación, repetidamente formulada, hacia la formación naranja y, por razones obvias, no consideramos apropiado contactar con quienes se han vendido al populismo podemita y al separatismo, generando dudas acerca de su fidelidad constitucional.
Independientemente del interlocutor y su significación política podemos decir que en todo momento primó la transparencia, cordialidad y sinceridad, entendiendo siempre nuestras buenas intenciones. No cabe otra lectura cuando lo que pretendíamos era ganar al separatismo aglutinando fuerzas y, pensando en localizaciones especialmente penalizadas por el sistema electoral beneficioso para el separatismo, lograr una representatividad de los nuestros que, por separado, se ha demostrado que es imposible por no sumar lo requerido como umbral mínimo o, en el mejor de los caos, otorga cifras irrelevantes de sillones constitucionalistas en el Palacio de la Ciudadela.
En las tomas de contacto contrastamos lo que para nosotros era algo que, en las actuales condiciones de emergencia nacional, pensábamos podía quedar relegado a un asunto subsidiario. Pudimos ver que, incluso con los riesgos inherentes que lleva implícita la posible renovación de victoria por parte del separatismo, seguimos en una dinámica en la que son prevalentes las razones de tipo partidario, lo que solemos llamar “intereses de partido”, como puede ser el logro del doble de representantes o una histórica entrada en el Parlament consolidando grupo parlamentario, dejando de lado el interés que suponíamos era común y prioritario de defender la unidad de España, como argumento básico y argamasa de integración de esfuerzos y objetivos.
Muy a nuestro pesar, y con cierto asombro, los argumentos ilusionantes implícitos ante una nueva convocatoria electoral catalana quedaban en segundo plano. Quizás el logro de escaños, asesores, nóminas o subvenciones, justifiquen su importancia desde el punto de vista de los partidos. Pero, para los que observamos desde fuera y vemos los riesgos latentes, lo verdaderamente necesario es superar el techo del constitucionalismo en sede parlamentaria y, por encima de todo, sumar una mayoría alternativa que nos facilite el prescindir de un Gobierno fanático que adultera las expectativas de los catalanes, engañándoles con mentiras que idolatran un error mayúsculo como es la secesión.
En el contexto en el que nos movemos toda opción que no suponga ganar es un gran riesgo. Sabemos que, entre las filas separatistas, pese al diferente y variopinto pelaje, la llamada al orden para paquetizar su paranoia soberanista será fácil. Y, sabiendo que los costes penales por tal insurrección son de risa, llegando incluso a un insultante indulto que no se hará mucho de esperar, la posibilidad de que vuelvan a tentar de nuevo al ridículo de alcance mundial es más que previsible. Para los fascistas del separatismo la imagen de los catalanes en el mundo les da lo mismo y será muy difícil frenar a estos fanáticos si se creen los resultados con enfoque interesadamente plebiscitario, aunque por la pandemia la abstención sea la ganadora real o sumen un solo voto más que las posiciones legales y cuerdas del constitucionalismo. Algo extremadamente preocupante al saber de antemano la estrecha ligazón, sobradamente demostrada, que existe entre separatismo y violencia.
En un momento crucial y tenso como el que vivimos pierden sentido las razones para no alinear posturas, siempre que éstas cumplan con el requisito básico de defender el marco constitucional en Cataluña. Hay que saltarse el muro que diferencia entre derecha e izquierda, dejando a un lado las posturas ideológicas e interiorizando la tregua aludida en otras entregas anteriores, al ser ahora el factor diferencial la distancia insalvable entre las posturas constitucionalistas y separatistas, actual rasero de medida. Ya no vale más de lo mismo, nos hemos dado contra la pared demasiadas veces y no aprendemos, este era el momento de mover ficha y sumar con un horizonte ganador y de esperanza. Por eso puede que cunda en cierto modo el desánimo, al quedar patente que no son coincidentes las prioridades de los políticos y la visión de muchos electores. Esperemos que no se traslade a una hipotética alza del abstencionismo.
La desconfianza que pudo darse ante esa propuesta de integración, que somos conscientes podría suponer un cierto coste electoral para cada uno de los participantes, sería menor a la ganancia neta previsible al brindar una solución para el histórico abstencionista en las votaciones regionales, sacando de dudas al que todavía hoy no sabe el modo útil de vencer a ese enemigo común que es el separatismo o, no lo olvidemos, está harto de los partidos o de unas propuestas vacías que ya son recurrentes.
Siempre creímos y seguiremos creyendo que una apuesta solvente y fiable de unidad de acción, con lista electoral única en las cuatro provincias, es la salida más efectiva a toda esta encrucijada. Incluso, con la implicación directa y activa de los sectores representativos del asociacionismo constitucionalista, sumando su capacidad de convocatoria y caras en esa alternativa unificadora que otorgase un caché ganador a la acumulación de esfuerzos, opción que deberemos seguir fomentando y cimentando. Pero, ante la tesitura en la que nos encontramos y a pesar de toda esta experiencia, nuestra apuesta seguirá firme en la incitación a la participación y presencia ante las urnas, siempre con una papeleta de alguno de los partidos que sabemos defienden, sin trolas ni trileros, la unidad de España y todo lo que lleva aparejado. Frustrados estamos, pero el amor sincero y altruista hacia nuestro país requiere que, aun sin haber sido comprendidos, no abandonemos las posturas de los nuestros y colaboremos para que dispongan de la mayor representación posible en las instituciones.
Al menos, con la directa implicación de socios de la entidad como son Alejo Vidal-Quadras y Julio Villacorta, más el interés mostrado por la misma, con participación en todos los encuentros del abajo firmante como presidente de Cataluña Suma por España, nuestra conciencia está muy tranquila, pese al malestar que nos supone el fiasco final. Nos ha defraudado mucho ver el posicionamiento en contra de los partidos políticos, al tener nosotros muy claro que esa opción de suma era, evidentemente, la mejor forma de vencer al enemigo compartido. Es nuestra obligación seguir influyendo en la opinión de los que pueden mover ficha y rehacer su estrategia, sin quedarnos parados y haciendo frente a los que han conseguido romper la convivencia en Cataluña, poniendo en riesgo el futuro de todos los catalanes.
Javier Megino – Presidente de Cataluña Suma Por España