Mientras esperamos que lleguen las vacunas y se logre la ansiada inmunización de la población, algo que va evolucionando con más pena que gloria, nos acercamos al verano y, para la inmensa mayoría, las vacaciones estivales. Con el avance de las semanas y la perceptible llegada del calorcito, se multiplica, inconscientemente, la percepción de cierto caos organizacional y logístico, al que se suma la ya recurrente falta de las dosis comprometidas y el incumplimiento de los suministradores.

Las ganas de normalidad y, con ello, el disfrute de esos fines de semana o vacaciones que no hemos sabido valorar hasta vernos privados de su formato tradicional, nos hacen ver como una utopía ese reto ambicioso que nuestros gobernantes publicitan, vaticinando la extensión de la campaña de vacunación con la primera dosis en el 70% de la población antes del verano.

Para los que disponen de segunda residencia fuera de Cataluña, con unas ganas locas de salir del perímetro, les toca seguir a la expectativa y ceñirse a lo autorizado por los sabios que ponen las normas, no nos olvidemos que siempre por nuestro bien.

La existencia de tantas pautas como autonomías no deja de sorprendernos y angustiarnos. No nos queda otra que soportar y resistir, pese a que no se entienda, cumpliendo los criterios impuestos si no quieres llegar a casa con alguna sanción que haga más indigerible tanto fiasco gestor. Sanciones por confinamiento que, por cierto, la Generalitat ha empezado a enviar tras cumplir la demora interesada para no viciar el voto del 14F y, evidentemente, tener ya casi cerrado el Gobierno que se nos avecina.

En pleno follón con tanta locura de horarios, permisos y aperturas camaleónicas, si estás preocupado por tu vivienda fuera de la región de residencia habitual puedes contactar con algún amigo de fuera de España para que se acerque. Da lo mismo si vive en un país con el doble o triple de incidencia del virus, los extranjeros pueden venir, mientras nosotros sufrimos esa incalificable vergüenza que supone impedirnos la movilidad fuera de nuestros reinos de taifas.

Tarde o temprano, dado el nivel que demostramos los españoles a través de nuestra flamante clase política y dirigente, nos pondrán las pilas exigiendo sentido común, coherencia y rigor, porque lo que sucede aquí no hay quien lo entienda.

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma Por España