Conociendo a ciertos políticos puedo creer cualquier cosa. De hecho, la posibilidad de crear interferencias para que unas elecciones libres se vean condicionadas, si hiciese falta incluso con malas artes, no la veo descabellada.

Algunas conductas intrusivas, con el fin de amilanar y alterar la elección del voto de la gente, son cuestionables y normalmente inciertas. Pero, ante el concepto de libertad que puede tener un fan del chavismo y la defensa de los derechos y libertades que profesa dicho Régimen, el abanico de posibilidades se amplía y puede llegar a ser posible lo más inverosímil. Encubrirse y abanderar el antifascismo no exime de tener comportamientos y voluntades del más radical de los fascistas.

Cualquier mente absorbida por un fanatismo corrosivo, más todavía con las ínfulas que pueden derivarse de haber tocado poder, puede seguir riéndose de todos y hacer de tahúr con sus palabras, contradiciendo con sorna lo que proclama con sus propios actos.

Puede llegar a ser muy rastrero plantearse, para vencer con tejemanejes al adversario político, desacreditar la profesionalidad de humildes empleados o funcionarios, ya sean de Correos o encargados de la seguridad o los accesos, pero nada es descartable pensando en una persona retorcida y sin escrúpulos. A tenor de sus intereses y pensamiento, así como el sectario modo de proceder, dorando la píldora a los suyos sin denunciar el ladrillazo al adversario, nos podemos quedar cortos subestimando la capacidad de definir estrategias e implementarlas.

Ese teatrillo, con micro y rosa en mano, en formato adalid del amor fraterno, resulta ridículo y obsceno, por no decir desagradable y penoso…. ¿qué público puede seguir creyendo sus palabras engañosas?

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España