La necesidad de este Gobierno por mantenerse en el poder nos está llevando a un callejón oscuro en el que conviene que localicemos con urgencia la luz. Pese a la tétrica situación, viendo las malas compañías que han llevado al ridículo a un partido de gobierno e historia como es el PSOE, la sociedad debe encender el interruptor y, con ello, evitar darnos con la pared o, en el peor de los casos, acabar rodando por el precipicio.

Al manido apoyo del comunismo rancio chavista de este lado del Atlántico, de la mano de los que añoraban ser casta y sostenían el estandarte justo de lo contrario, también se le suma al Gobierno esa percepción de complicidad y seguidismo que aludiré a continuación, temas que suponen una indigestión y sinvivir para los españoles, testigos del sometimiento, rebeldía injustificada y el uso de falsedades que, todo un Gobierno de España, metaboliza y asume para seguir ocupando Consejo de Ministros y Palacio de la Moncloa.

Es incomprensible que el Presidente del Gobierno y su séquito palmero asuman el coste que supone ser serviles sometidos a la causa del separatismo. Es bochornosa su actitud connivente, dilapidando de forma rastrera la clase magistral que el Jefe del Estado nos brindó a los españoles el 3 de octubre de 2017. Toda esta tropa de inútiles que tenemos dando la cara política en nombre de España, con sus tejemanejes y todo lo que no sabemos, no le llegan a la suela del zapato a nuestro monarca, Felipe VI.

Es incomprensible que el Presidente del Gobierno y su séquito palmero asuman el coste que supone ser rebeldes y condicionen los fallos de un poder independiente del Estado como es el judicial. Somos una democracia plena y ejemplar en el mundo y los poderes del Estado han de actuar con la independencia que les corresponde, sin intromisión interesada, por más que sientan la apetencia por ello. Es denigrante que el Ejecutivo pueda plantearse negar la validez de los dictámenes judiciales, con el único pretexto e intención de contentar al socio parlamentario separatista y sus líderes condenados por golpismo. El coste de esa concesión en favor de sus verdaderos amos, que no son sus votantes ni afiliados, debe hacerse notar con urgencia.

Es incomprensible que el Presidente del Gobierno y su séquito palmero asuman el coste que supone usar la mentira y falsedad como herramienta multiuso. Ya nos colaron los apoyos de los manchados de sangre por sus vínculos con el terrorismo, ya nos mintieron con las pesadillas y malos sueños que suponía la proximidad del comunismo podemita, ya se desmarcaron de los posibles apoyos de los que quieren romper España, del Covid19 mejor no hablemos y un largo etcétera que, ahora, se vuelve a materializar con una mentira mayúscula al pretender vender a la sociedad un acto de rebeldía frente a los jueces, justificándolo con términos como la convivencia o la comprensión hacia el separatismo.

Es incomprensible que el Presidente del Gobierno y su séquito palmero sean los principales inductores para que los líderes del separatismo, aquellos que quebraron y se declararon insumisos ante la ley española, los del desmarque y deslegitimación de la normativa vigente con sus paranoias; quienes generaron que haya conflictos familiares o entre amigos; los que pusieron contra las cuerdas la vida social incitando a la violencia desde los techos de los vehículos de la Guardia Civil o incendiando calles y mobiliario público, ahora tengan el respaldo y ayuda de los que nos gobiernan.

Es incomprensible que el Presidente del Gobierno y su séquito palmero sigan haciendo cábalas terminológicas para engañar a los españoles con alusiones como esa errónea “mesa de diálogo con Cataluña”. Carece de sentido que le otorguen dicho rol a un encuentro en el que la parte catalana (tan española como la del otro lado) sólo proporcione la voz a una porción que sabemos es socialmente minoritaria, con el techo del 30% del censo electoral, ninguneando a la parte que representa a la visión constitucionalista y mayoritaria de nuestra comunidad. Todo el constitucionalismo, incluyendo evidentemente a las entidades sociales, tienen mucho que decir al hablar de Cataluña. Es mucho más fructífero hablar con los que, como nosotros, queremos a Cataluña, dejando a un lado a los que la utilizan en su provecho. Pero, al ser poco viable que se abra la interlocución, porque no deja de ser otra concesión más al separatismo, invito a nuestros gobernantes en Madrid que aprovechen para aclarar los términos a estos fanáticos y, teniendo solo a la parte rebelde y desleal a España al otro lado, les recuerden que España requiere un trato digno y debe primar la lealtad constitucional, dejando la soberbia y chulería en Lledoners, donde deberían encontrarse cumpliendo rigurosamente y de forma íntegra sus penas. De no ser así, los indignos e impresentables los tendremos también en el lado de la mesa que, en teoría, debería defender a España y los españoles.

Con todo lo que está sucediendo confieso que siento vergüenza. Es patético ver el coste que es capaz de asumir un equipo de Gobierno para poder mantener el poder. No sirve cualquier precio y, desde luego, nunca debe pagarse con la humillación a la nación española. España no son sus políticos que, como es evidente, a veces con sus actos y palabras denigran y perjudican la imagen del país que representan. España es mucho más que eso y, sobre esa base, tienen que escuchar a la sociedad española y admitir que se equivocan con esta posibilidad de indulto. Deben reconocer la vigencia plena de unas condenas más que merecidas, cortas para muchos, asumiendo los fallos judiciales. No se puede pedir que se cumpla la ley ejerciendo de forma activa la insumisión interesada.

Conviene dar ejemplo y acallar cualquier nueva tentativa sediciosa y, en dicho sentido, nunca acabaremos con el secesionismo siendo cómplices y buenistas con él, por eso han de quedarse en la cárcel hasta que cumplan íntegramente las penas impuestas, sin contemplaciones ni remilgos. Sería imposible admitir un perdón en favor del que avisa que será reincidente y volverá a cometer los mismos actos de rebeldía. Igual Sánchez pretende que les perdonemos y les hagamos la ola mientras planifican el nuevo asalto golpista a la legalidad constitucional. Nos están avisando, con toda su chulería, de que volverán a intentarlo y, ridículamente, los hay centrados en su permanencia en el sillón de la Presidencia y en los placeres que supone estar en la cima. Siento asco.

No deberíamos haber llegado a tener este debate, máxime si el Presidente del Gobierno cumpliese con lo que él mismo dijo, pero es otro ejemplo más de sus ruines mentiras, en este caso como consecuencia de aceptar el hermanamiento con las malas compañías y, encima, tener que salvarles con el “comodín del vendepatrias”, que no tiene problemas a la hora de acariciarles la lomera o lamer sus heridas, para seguir siendo el más guapo y poderoso.

La sociedad se está movilizando, no puede ser de otro modo, y Barcelona debe ser un punto clave en la reivindicación de cordura y legalidad. Hemos de frenar esta dinámica de ahogo que conlleva el sometimiento de la política nacional a un sinfín de cesiones y concesiones a costa de la deshonra. Hay que dar carpetazo a esta situación y devolver la dignidad a España. No puede quedar impune el golpismo, como tampoco puede olvidarse –y a las urnas me remito en cuanto sea posible-, la humillación infringida al sentir de los españoles, al ver con estupor como los que deben defender España suplican a jueces y medios de comunicación que traten de un modo favorable al insultante, inmerecido e imperdonable indulto.

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España