La dinámica de concesiones políticas está llegando a su clímax. De hecho, en esta España nuestra en la que el poder se suele ver sometido a las pinzas del nacionalismo periférico, hemos visto innumerables cesiones y favoritismos con el ánimo de contentar a los que facilitaban el redondeo de mayorías parlamentarias, pero con esto de los indultos al golpismo sedicioso catalán tocamos techo.

Ese proceder acostumbrado, útil para ambos colores de Gobierno, rebajando de contenidos el poder nacional para dotar de los mismos a los autonómicos, se ha justificado siempre en la aparente lealtad y solvencia constitucional de los interesados captadores de fondos y competencias. Pero, llegados a este momento, sabemos que se quedaron en meras apariencias al quedar claras las intenciones traicioneras de los que tienen como reto vaciar de poder al Estado para hacerlo más sumiso.

Los errores cometidos han sido tantos que convendría repensarlos y valorar una solución que compense lo que ha sido un abuso en el ejercicio de competencias con clara deslealtad. Quizás sea el momento de afrontar el posible retorno, con cordura y eficiencia, de algunas cesiones que en su momento se descentralizaron. Hay muchos ejemplos, pero citaré uno por su clara evidencia. Me refiero a la utilización sectaria y condicionada de la educación, al ser el arma usada por los nacionalismos periféricos para encumbrar lo propio e incitar el odio a España. Su retrocesión permitiría que dicho aspecto clave en el desarrollo de nuestros jóvenes fuese coherente y sano, igualitario en todo el país, con contenidos no tergiversados que brinden conocimiento de nuestra historia de forma objetiva, sin mentiras a la carta de ámbito territorial, haciendo posible el desarrollo formativo en cualquier punto de nuestra geografía y, con ello, asegurando el uso sin discriminación de la lengua universal que compartimos todos los españoles.

Pero ahora, la posible noticia de que los políticos indulten a políticos, por el mero interés de satisfacer a los golpistas condenados como compensación por sus favores parlamentarios, supone un varapalo tremendo en el sentir de la mayoría de españoles. Éstos respetan, sin entenderlo, lo barato que sale en España la condena por declararse insumiso a la Constitución y llegar a proclamar la independencia con un golpe de Estado secesionista. Pero no asimilan ni comprenden que se plantee la gratuidad de algo con tan alto coste social, familiar, económico y de conciencia. Con el agravante que supone que ese perdón, fomentado y manipulado por el actual Gobierno, se llegue a plantear en contra del mismo poder judicial al no existir arrepentimiento y, por el contrario, con claras evidencias y avisos chulescos de reincidencia. Los panolis que nos gobiernan siguen mirando a otro lado y engañando al pueblo español hablando de paz social, reconciliación, entendimiento, comprensión y segundas oportunidades. Un verdadero despropósito del vergonzante sanchismo.

Por esa razón, sin saber el momento en que tendrá lugar la capitulación, invitamos a la ciudadanía a que se una y muestre su repulsa a los indultos y a la humillación que supone para el pueblo español. En un momento indefinido, que posiblemente llegue con nocturnidad y alevosía, se insultará a los españoles y a España con la salida a la calle de los golpistas, momento en el que de forma automática movilizaremos las calles de Barcelona para gritarle a este Gobierno todo lo que merece. Esa es la razón de la campaña de comunicación que hemos iniciado desde Cataluña Suma con el hashtag #SiSalenSalimos, que os invitamos a que hagáis eco y difundáis.

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España