La teoría la sabemos. De hecho, lo de la unión hace la fuerza es la esencia de una realidad como es Cataluña Suma, una entidad que pretende aunar esfuerzos y lograr sinergias dentro de la vertiente correspondiente al asociacionismo constitucionalista. Dicha entidad, a la que no dejaré de invitar a todas las asociaciones que quieran ser parte activa de la misma, busca hacer frente, en equipo y con el compromiso de todos, al enemigo común que no es otro que el separatismo. Las dificultades, de sobras conocidas al enfocar hacia ese objetivo integrador en el mundo asociativo, cambian de escala cuando el planteamiento se hace desde la perspectiva política, al poner encima de la mesa variables del tipo: sueldos, sillones, cargos, subvenciones, asesores y, en definitiva, siglas y dinero. La empresa es osada y difícil.
Para la mayoría de los que nos movemos en la órbita del constitucionalismo, asociativo y/o político, no hay duda respecto de la idoneidad de una visión integrada y común para desbancar al separatismo del poder institucional. Con esa idea de perfil político, puesto que son los políticos los que al final hacen su trabajo en las instituciones, han sido muchas las intentonas para movilizar y crear una esperanzadora lista política global y transversal. Sin ir más lejos la que, modestamente, se pretendió desde Cataluña Suma en las últimas elecciones autonómicas en Cataluña. En dicho sentido, durante los meses previos a la convocatoria del pasado 14 de febrero, nos pusimos el reto de explorar la viabilidad de esa ansiada candidatura conjunta. Era pertinente una visión de emergencia transversal en la que la tregua ideológica permitiese aunar el esfuerzo de todos los alineados con el marco legal que nos ampara desde 1978. La expectativa era aumentar la cifra de escaños confiables, demostrando solvencia a la hora de lograr un cambio de protagonistas en la gobernabilidad autonómica, obligando al ambiguo PSC a posicionarse en el lado correcto, una vez contabilizados los resultados definitivos y empezase la negociación para la cuadratura del círculo. La estrategia era la de intentar asegurar una opción vencedora que, con la suma de los socialistas, facilitase alcanzar la mitad más uno de los escaños. Persuadir a ese partido, que sabemos navega entre dos aguas, para poder sumar con ellos lo necesario para ganar. Esa pensamos que era la alternativa más tangible para hacer efectivo el reemplazo que dejase al separatismo fuera del poder. Muchas explicaciones tendrían que dar a sus bases si la aritmética hubiese facilitado lo que era la ilusión perseguida y no optasen por dar cobertura a la opción con perfil claramente constitucionalista. Ese proyecto, liderado por Alejo Vidal-Quadras en nombre de nuestra entidad, no cuajó, y los resultados de dichos comicios ya los conocemos. Lo previsible no se salió de la senda y primó el interés de los partidos y las ambiciones de los sumandos, frente a la expectativa que podía suponer la hipotética oferta acumulativa.
En lo político y a fecha de hoy no podemos engañarnos. El separatismo gana en escaños y en votos, aunque también es cierto que el nivel de movilización y de compromiso es diferente para los contrarios a la vigencia de la legalidad constitucional, respecto de los que apostamos por ella. Supieron estar cuando debían ante las urnas, perfectamente organizados y en formación, sin que importasen los condicionantes que pudieran darse en el trascendental día electoral. Ese es realmente el hecho diferencial y lo importante. Votar en el momento en que toca y no faltar a la cita, sensibilizando al público objetivo y haciéndoles cómplices de lo positivo de su participación. Al margen quedaron, para ellos, todos los rigores de la pandemia, la climatología o cualquier otra excusa que pudiese afectar la presencia en el colegio electoral. Tenían claro que lo importante era votar y, con esa premisa, nos toca vivir bajo el yugo y dominio de un porcentaje que representa a menos del 30% del censo electoral. Ese dato objetivo, que clarifica su peso específico real, es capaz de condicionar la vida de todos y lograr, para colmo, blanquear un escenario electoral en el que la manipuladora burbuja heredera del Programa 2000 puede vanagloriarse de una irreal mayoría social. Los entresijos que derivaron del recuento de votos en la noche del “Día de los Enamorados”, junto a las largas negociaciones postelectorales, pusieron encima de la mesa unas posibilidades ingenuas y escenográficas de ruptura, que al final, como era previsible pese a la teatral pantomima de los que se necesitan, vieron consumar un acuerdo con la participación de todas las facciones de los que están en el bando de la ilegalidad y la rebelión sediciosa.
Meses después siguen embarrados en su paranoia y viviendo de sus mentiras victimistas. Han acumulado tantos años de permisividad y engorde, beneficiados por la mirada esquiva de los políticos que les dieron alas, que les ha sido fácil tejer un entramado de retroalimentación basado en la manipulación y la tergiversación. El coste que supuso la alternancia de Gobiernos en la Carrera de San Jerónimo ha sido, no lo olvidemos, dotar a las sanguijuelas de los separatismos periféricos del don de campar a sus anchas durante décadas. Y no les vale con lo acumulado hasta la fecha, son insaciables y ahora nos están pasando sus facturas con intereses. No van a disponer de un momento mejor, aprovechando que los que hoy pagan y gobiernan carecen de escrúpulos y solo piensan en alargar su ruinosa estancia en la Presidencia y el Gobierno de España, para seguir esquilmando y poniendo de rodillas a una nación verdadera como es la nuestra. Esa libertad connivente se ha convertido en un fanático libertinaje que ha consolidado una sociedad vasalla ante, por ejemplo, los medios de comunicación subvencionados. El poder de éstos, interesado y focalizado hacia la mentalización y abducción del potencial votante, es mayúsculo en una sociedad hiperconectada como la nuestra. El control de los hilos, en manos de impresentables, supone la exigencia de compromisos que ellos mismos incumplen, pasando todo desapercibido al tener el control de los que informan.
En este contexto de abusos y prepotencia deseo el mayor de los éxitos políticos a cualquier iniciativa que aglutine. No puedo ocultar que me encantaría que existiese una alternativa integrada y transversal que sume esfuerzos y tuviera verdaderas opciones en las urnas, habiendo ya tentado a esa misma suerte, tal y como he descrito anteriormente. La idea de aunar posicionamientos coincidentes dentro de nuestra Carta Magna creo que es la solución para que haya un cambio, si queremos liberar a las instituciones del fanatismo de los que realmente no quieren lo mejor para Cataluña. Pero falta convencimiento y apuesta sincera, a la vez que desinteresada, para que tenga lugar esa confluencia política bajo la premisa única de defensa del Estado de derecho y la legalidad vigente. No perdamos de vista que pueden llegar a valorar más lo que pierden las partes, frente a lo que podría llegar a ganar España y su futuro.
La idea de transversalidad es la que motiva el trabajo a diario en Cataluña Suma. Nuestro interés es que el constitucionalismo social arrime el hombro, esperanzados en que entre todos movilicemos y ganemos al enemigo común. Los derechos y libertades de los españoles son nuestra razón de ser, sobre la base de la incuestionable unidad de la nación española. Y, con ese enfoque, queremos crecer la ilusión en el seno del asociacionismo constitucionalista. Nosotros seguimos apostando por la importancia y la necesidad de un asociacionismo fuerte y cohesionado que sirva para movilizar y activar a la sociedad. Por nuestra experiencia acumulada, al intentar condicionar o intervenir en decisiones políticas, la proyección de esta nueva propuesta genera muchas interrogantes, al pensar en los intereses propios de los que deberían participar en la aritmética que se pretende. Veremos cómo evoluciona.
Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por Espña