Lo que vivimos el pasado sábado en el estadio de fútbol del Real Club Deportivo Español de Barcelona fue, sencillamente, espectacular. Una bocanada de oxígeno para los que soportamos a diario la soporífera presión del separatismo en nuestra comunidad.
Tras más de cuarenta años de tergiversación, mentiras y generación de odio, por parte de los mandatarios de nuestra región y todos sus apéndices, con especial relevancia los mediáticos, sigue habiendo esperanza. Me refiero a esos medios capaces de decir, tras el partido, que los asistentes al estadio y la entidad organizadora de los actos previos al evento éramos todos ultras. Incluso, han llegado a comparar la asistencia de españoles al partido con la que hubo hace 18 años para ver a Perú, refiriéndose al amplio respaldo de la colonia del país andino en nuestra región, como si ahora fuese otra colonia la que ha respondido a la convocatoria. Ellos mismos se califican con esa nueva demostración de que estamos rodeados de supremacistas que manejan los medios de comunicación, inconscientes que no saben ni el carnet que llevan en la cartera y que tienen el único objetivo de dar coba a los criterios sectarios del separatismo.
A pesar de la vergüenza ajena que genera ese tipo de publicaciones, o el silencio interesado de otros medios de comunicación para evitar referirse a la mayúscula fiesta de la tarde-noche del sábado pasado en el RCDE Stadium, lo cierto es que los catalanes que mantenemos la cordura, los que nos congratulamos de nuestra condición, pudimos disfrutar de uno de esos momentos en los que se demostró la inutilidad de tantos años de imposición y lavado de cerebro. Para una parte muy importante de la sociedad no han germinado las semillas de odio que lleva implícita la manipulación y la paranoia, algo que es recurrente en los medios controlados por el régimen y en la escuela hispanófoba fomentada por la Generalidad catalana.
La juventud catalana, franja de edad con mayor presencia entre los asistentes, dio un mensaje claro al resto de españoles. Quedó constancia, en todas las televisiones que han hecho alguna reseña con interés del partido, algo que exime a las que solo sirven para gozo y regocijo de la parte sectaria y supremacista del lacito amarillo, del apoyo de los catalanes libres del yugo separatista en favor de España y sus símbolos.
Debo reconocer, como asistente, que el partido en sí era del todo secundario. El rival era lo de menos y la fiesta era el verdadero aliciente. Sin duda era muy importante que ganaran y quedase la victoria en el recuerdo. Aun así, tras tantos años de espera y el clima social que soportamos los catalanes que queremos lo mejor para nuestra tierra, había un plus con la visita de nuestra selección nacional a Barcelona. Y, desde luego, las expectativas se cumplieron sobradamente. Los chavales de “Barcelona por la Selección” supieron amenizar el evento en las horas previas al partido y durante el mismo. La grada de animación, en la que estuve con mi familia, fue un bullicio constante en favor de consignas que dejaban patente el orgullo que teníamos por ser españoles y la alegría que suponía tener el equipo de todos jugando en casa.
Será inolvidable, como también lo fue el partido de hace dieciocho años en Montjuïc. Ha sido larga la espera, tanto que he pasado de llevar de la manita y tirando de carrito a mis hijas, para pasar a que ellas sean las que lleven a sus padres en coche. Demora que, como el propio seleccionador nacional ha declarado, no puede volver a pasar. Esta es su casa y, como la segunda gran urbe española, Barcelona debe estar de forma constante en el grupo de ciudades prioritarias para partidos de preparación y oficiales. Los barceloneses y todos los catalanes daremos la talla, como se pudo demostrar el sábado pasado. Ya estamos contando los días para repetir la experiencia y ser de nuevo el destino elegido para partidos del equipo nacional.
Gracias a los chicos de Barcelona con la Selección, gracias al seleccionador nacional por sus palabras, gracias a los jugadores por el reconocimiento del apoyo que les brindamos, gracias a la Federación por contar con nosotros y, por encima de todo, gracias catalanes por demostrar vuestro orgullo patrio.
Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España