La horripilante realidad que vivimos, con la violencia doméstica, es algo que nos asusta y nos tensiona cada vez que ponemos la televisión para ver la edición diaria de las Noticias que, desgraciadamente, cada vez se parecen más a «El Caso».
La realidad es que, salvo en aquellos días raros en que no hay novedades relacionadas con la violencia, no les queda mucho tiempo para llenar el programa con tiempos dedicados a noticias alegres y motivadoras. Incluso, suele ser preferible conectar con el Telediario en la franja horaria del deporte o del tiempo, para saltarse los largos minutos que hacen que uno piense en la regresión evolutiva del ser humano.
Pero las noticias relevantes, ya sea por un medio de comunicación o por otro, acaban llegando y siendo de conocimiento general. Sirva de ejemplo el caso de Gijón en que una madre acabó con la vida de su hija. Su objetivo era evitar que el padre disfrutara de una custodia, otorgada judicialmente, que habría comenzado unos días después de esa fecha maldita en la que tuvo lugar el asesinato parricida de una mamá a su cría de 6 añitos. Mi recuerdo y pésame a los familiares de Olivia.
Una noticia salvaje que nos deja a todos perplejos y muy tocados, conscientes de que la violencia no tiene género y todos los casos requieren del merecido repudio social, tanto si la vergüenza y maldad tiene origen masculino o femenino.
Por eso sorprende el silencio de las feminazis del podemismo y comunismo rancio, unas cantamañanas que solo ven y denuncian lo que, para ellas, les conviene e interesa electoralmente. No olvidemos que la mayoría carece de un destino claro al que agarrarse, en caso de perder la teta pública como sustento, siendo muy deprimente volver a enfrentarse a un futuro pasando la compra de los clientes por el código de barras de un cajero en el súper.
Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España