La vida no deja de darnos sorpresas. Una, muy sonada, es el nombramiento por aclamación del camarada Sánchez como líder supremo de la Internacional Socialista (IS). Nadie puede negar el asombro, conociendo sobradamente al personaje. Supongo que jugar en casa, así como el factor clave que supone la inexistencia de listas alternativas, ha sido suficiente para que se haga realidad semejante decisión.

Lo cierto es que el descrédito de este contubernio ya venía de antes de dicha elección. Al menos sabemos que no se sube al carro de algo exitoso, relevante y con proyección, pero queda muy chulo eso de ser elegido para algo que abarca más allá de nuestras fronteras. Una noticia mediática que se vende muy bien a los que se creen fantasmadas y que le viene como anillo al dedo para hacerse ver y aparentar. De hecho, ya veremos cómo trasciende en impulso electoral para el amigo Tezanos.

No le demos más pábulo. El propio Alfonso Guerra, un ilustre socialista ninguneado por los suyos al dar voz al socialismo patriota y conciliador, en plena época de sanchismo sumiso al comunismo y separatismo, ya dejó claro que la IS estaba en progresiva decadencia y se había convertido en una agencia de viajes, algo que le viene al pelo a nuestro ilustre aviador.

Pocas expectativas se vislumbran con este mandato en el que sobrarán poses, fotos y apariencias. Los objetivos que ha planteado, apelando a la renovación y la dimensión global del socialismo, huelen mucho a proximidad con malas compañías, como bien sabemos en España, algo que debería preocupar a los viajeros que se juntan con la excusa de la IS.

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España