Aceptar la amnistía está siendo complicado. Asumir que el esfuerzo acumulado durante tantos años se desmorona, por el mero interés de un impresentable y su ansia vanidosa de poder, es muy doloroso.
La crisis personal, después de tanto trabajo y esfuerzo, se agudiza al ver el escaso rédito alcanzado. Un resultado exiguo fruto del abandono del Gobierno de España, que debería ser nuestro principal valedor, ahora posicionado en favor del enemigo de España que es el separatismo. Me siento perplejo al ver como la traición se ha empadronado en Moncloa, siendo imposible comprender y aceptar tanta miseria envenenada por la mentira compulsiva del sanchismo. Generan escozor las repugnantes palabras del presidente y su circo ministerial. Un entramado de intereses amorfo e inconsciente, capaz de parapetarse en un perdón que se quiere vincular con una convivencia entre catalanes sin recorrido y que no supone el fin de ningún ciclo.
Nuestro Gobierno, absorbido por la extrema izquierda y el separatismo, nos debe de considerar imbéciles. Ya no es que no valore el esfuerzo del asociacionismo en Cataluña, por su ejemplo a la hora de defender lo que nos une, sino que se ha puesto del lado de la paranoia separatista. Les han otorgado todos los privilegios, dejando claro que nuestro compromiso no vale la pena y es inútil. El PSOE, fagocitado por el sanchismo, nos ha vendido. Tanto que ni su candidato Illa llegará a gobernar en la comunidad catalana. Será sacrificado (una vez pasen las elecciones europeas) para dar una salida honrosa a su socio Puigdemont, volviendo a usar fraudulentamente el voto constitucionalista.
Pese a la dejadez y el abandono, el asociacionismo catalán sigue y seguirá luchando por España. Las decisiones humillantes de Sánchez, junto a su séquito de tuercebotas, no vencerán el empuje que nos compromete a los buenos catalanes y españoles de bien. Con este Gobierno de España rastrero, mísero y denigrante no se puede mirar adelante y, aunque la moral esté por los suelos –para qué negarlo-, debemos albergar la esperanza de que estos fraudulentos extremistas se vayan cuanto antes. Al sanchismo hay que vencerlo. Es nuestra obligación asesorar, informar y explicar al votante engañado socialista lo que supone el voto a los antiEspaña. No pueden seguir alimentando a una bestia que sabe sobrevivir y disfruta en un hábitat de fango, engaño y traición.
El poder les ha nublado la mente y les corrompe. Para nosotros, que vivimos de cerca el golpismo del “procés” y el terrorismo separatista, escuchar sus argumentos de defensa de la amnistía simboliza como nada la puñalada por la espalda. Por eso, toca redoblar nuestra energía para compensar el abandono del Estado y acabar con la resistencia de los traidores gubernamentales. Es el momento de arrimar el hombro. Las asociaciones y partidos que quieren a España y respetan sus instituciones debemos combatir el interés de Moncloa por lograr que se arrodille nuestro rey ante el separatismo. Felipe VI no puede pedir perdón, en lo que podría suponer una arriesgada apuesta que puede llegar a cuestionar el futuro, incluso, de nuestro modelo de Estado. Las enmarcadas palabras de Felipe VI en su ejemplar discurso tras el golpe de 2017, que presiden la sede de Cataluña Suma en Barcelona, no pueden someterse a los tejemanejes del sanchismo y sus humillaciones.
La amnistía solo sirve para mantener en el poder a unos mindundis que no tienen más recorrido que la teta del Estado. Los beneficiados con esa ley casi nos llevaron a un conflicto entre amigos y hermanos con un alcance imprevisible y, sin riesgos al saberse dueños de la situación, reiteran su interés por volver a poner contra las cuerdas al Estado. Saben que es su momento, al tener a España desprotegida y en paños menores, disponiendo del apoyo de un presidente nacional que apadrina al separatismo y es el mayor traidor de la historia de España.
Al votar este domingo hemos de pensar en las posibilidades que nos puede ofrecer ser parte de Europa. Votemos pensando en que allí tenemos una posible garantía que puede hacer frente a la humillación a la que nos lleva Sánchez y sus bufones. Confiemos en nuestros socios para poner el freno que tanto puede costar en España, al tener el sanchismo los poderes contaminados y bajo su tutela. No descartemos la esperanza del apoyo de Europa para hacer frente al maligno Sánchez y todas sus tropelías.
Javier Megino