Es difícil encontrar la salida al atolladero en el que nos encontramos, con semejante entramado de vividores y falsificadores que tejemanejan la realidad del día a día para llevar el ascua a su sardina. Es un ejercicio muy complicado y de difícil pronóstico el suponer que se puede llegar a conseguir el entendimiento de la opinión pública, si consideramos que las herramientas de difusión y los medios de comunicación son, en su inmensa mayoría, palmeros rastreros de la panda de mentirosos que hoy gobiernan España y que tienen bajo su control a los que difunden las noticias o crean opinión.

A estas alturas de la película, con el macho alfa de la chulería todavía residiendo en Moncloa, pese a todo lo que está suponiendo su triste paso por la política de un país que ni siquiera siente, ya deberíamos darnos cuenta de que él y sus bufones sólo actúan por interés propio de forma despiadada e insultante. Escuchar las intervenciones o comparecencias de sus lacayos, lanzando los mensajes dictados por el Judas que mece la cuna, crea un profundo sentimiento de indefensión y de miedo en esa parte de la población que ya ha llegado a la más que evidente conclusión de que son los mayores traidores a España.

Su forma de hacer política, copia de la aplicada por Maduro en nuestra querida Venezuela, hace que toda esperanza quede difusa y sumida en ese pestilente tufo gris que provocan los casos de corrupción que rodean al sanchismo, con el gravamen que supone pensar que, a ese ritmo de mimetización con la dictadura bolivariana y con ese control de los jueces, de Correos y de la informática contabilizadora de recuentos, ni perdiendo sobradamente en las urnas nos libraremos del vanidoso que hoy sigue presidiendo el Consejo de Ministros y que ya perdió en los últimos comicios nacionales.

Estos últimos días hemos llegado al sumun, que no es otro que intentar manipular a los millones de pensionistas, a los usuarios de los transportes públicos o a los damnificados por los daños ocasionados por la dana. Viéndose perdedores y arrinconados, la mafia de Sánchez ha pasado al ataque al intentar que la abusiva aprobación interesada de decretos juegue su baza, trasladando a los afectados la responsabilidad de la culpa en la demora de las percepciones al adversario político, cuando lo cierto es que este Gobierno indecente ha pretendido colar entre las medidas populares y más que justificadas, todo tipo de favores a sus amos separatistas. Hienas que siempre tienen el cazo preparado, a pesar del teatro previo al definitivo acuerdo que solo sirve para dejar claro el que manda y el sumiso en la relación, garantizando siempre el éxito del actual Gobierno fraudulento al ser plenamente conocedores de que con ellos tienen todos sus objetivos en la yema de los dedos.

Javier Megino