Meses después de la fatídica DANA, que afectó a varias comunidades españolas y se cebó, especialmente, en la valenciana, todo lo que tiene que ver con los daños causados y la reconstrucción sigue ocupando cabeceras de noticias y la primera línea informativa. Es evidente que las cosas no se están haciendo bien y al ritmo deseable cuando sigue en boca de todos el dolor causado y el horror vivido, en lugar de un enfoque constructivo y esperanzador centrado en los logros y avances que permiten la mejora en las condiciones de vida de los afectados. Con compensación, en algunos casos del todo imposible, ante tanta desgracia.
Perplejos ante el reparto de ayudas e indemnizaciones, que siguen llegando a los ciudadanos a cuentagotas, las diferentes administraciones se siguen luciendo con una velocidad en la respuesta incomprensible dada la urgencia. Pero, para esa mayoría de medios de comunicación supeditados al rigor de los que mandan, acostumbrados a manipular, tergiversar y pintar con el color que les agrada, se ha conseguido que toda la responsabilidad y el protagonismo se centre en la figura del presidente autonómico, quedando eximido el otro gran culpable.
No es relevante, para el circo mediático sanchista, que la respuesta de la Administración de Mazón al anticipar fondos económicos tenga una celeridad que multiplica por tres o cuatro la proporcionada por la de Sánchez. Ya ha quedado marcado e, independientemente de lo que haga o deje de hacer, su futuro político ya tiene su recorrido totalmente cuesta arriba. Las declaraciones poco convincentes y cambiantes proporcionadas en sus comparecencias han hecho que cuestionemos y dudemos de su relato, incluyendo entre los que dudan a los dirigentes de su propio partido.
Debería haber sido valiente en los primeros momentos tras los efectos devastadores de las inundaciones y, sin dar pie a nada más, reconocer los errores y dimitir como presidente de la Comunidad Valenciana. Sigo sin entender que la consejera responsable del tema no estuviese al corriente y conociese el sistema de alarma a la ciudadanía por mensajería, solo por eso, ella y su jefe deberían haber asumido sus responsabilidades y abandonar sus cargos. Todo el debate acerca de lo que estuviese haciendo Mazón durante la tarde del día de autos hubiese pasado desapercibido.
Por todos es conocido que los daños generados por la tromba de agua tienen mucho que ver con el deterioro y mala conservación, por dejadez ministerial, en el cuidado de ríos y barrancos. Y somos conscientes de que, ante un problema de este calibre con afectación en varias comunidades, el Gobierno de la nación debería haber asumido su responsabilidad en lugar del chulesco “si me necesitan que me llamen”. Por eso, abandonar y dar ejemplo de humildad hubiese sido un gran argumento para exigir responsabilidades del mismo nivel señalando al fraude de Moncloa.
Mazón, agobiado por el señalamiento y enrocado en la continuidad, ha desperdiciado una posibilidad real para librarnos del malvado Sánchez, que quedaría como el gran culpable e incapaz de asumir sus errores. Pero está visto que el sacrificio no se valora cuando median cargos, sueldos y estatus. Si hubiese puesto su cargo encima de la mesa se habría convertido en el gran protagonista de un mensaje ejemplificador que no es común en estas latitudes y, aunque solo fuese por honradez y valentía, las expectativas a medio plazo de su partido serían mejores, si esa es la prioridad y lo que les importa. Ante los acontecimientos, el pagafantas del rojerío ya lo tienen identificado y solo tienen que seguir dando con la fusta a sus monturas mediáticas.
Javier Megino