Si me engañas una vez, tuya es la culpa. Si me engañas dos, la culpa es mía (Anaxágoras).

Es muy conveniente repasar el bagaje del pensamiento de los filósofos clásicos helenos porque en él siempre se encuentra una directriz para sortear cualquier problema que surja, es la matriz del pensamiento. Y nunca mejor profundizar en sus reflexiones o sentencias cuando se ha incorporado sistemáticamente en el hacer de los servidores públicos, el sortear la verdad.

El término consenso, acuerdo, esgrimido con insistencia por el presidente del gobierno como arma arrojadiza a la oposición constitucional, es la mordaza para ahogar las críticas que puedan generarse ante sus decretos ley, propuestas no debatidas en el Congreso al ampararse por la situación sanitaria en la ley de alerta, tres confinamientos, algo dudosos se han decretado.

El Estado debería actuar como un buque que navega por el océano con los motores a todo rendimiento, que sortea cualquier envite de las olas, mantiene el equilibrio y traslada a los tripulantes hasta su destino, pero eso no es así, ahora es un ancla, es un pilón que inmoviliza en el puerto e impide la navegación y por lo tanto la búsqueda de un horizonte abierto al designio de los ciudadanos.

La mayoría de la población, por no decir toda, sin inmutarse está presenciando el desmontaje pieza a pieza del Estado de Derecho: el Ejecutivo sometido a un presidente sin sentido de responsabilidad, sólo obsesionado por el poder, el Legislativo raptado por las improntas de los partidos y el Judicial a poco de privársele de su independencia. Hay otros muchos espacios propicios en sus orígenes a ser portavoz de la ciudadanía, regulados por el ordenamiento jurídico, pero que han sido y están siendo atropellados también por unos representantes políticos indignos de serlo.

El señor Sánchez, desde su escasa aparición ante los medios, se proyecta protagonista de un relato novelado, lleno de recovecos y montado para pompa y gloria de un galán de celuloide y para alcanzar esa añorada España federal. Por ese empeño prefabricado se está destruyendo una estructura de Estado que ha permitido largos años de democracia.

Salvas de artificio son el argumento de la ayuda a los empresarios, del dinero concedido por Europa, de la obligada y engañosa renovación del CGPJ, frente a lo real, el ir acaparando poder a través de obstruir los espacios de libertad, el anular el equilibrio institucional, el inmovilizar a los ciudadanos por el covid 19 y aturdirlos con el fuego de los violentos en las calles.

El único tema interesante para los partidos que ocupan un puesto en el Consejo de Ministros, parece que es lo que ocurrió en años anteriores y en las legislaturas de la oposición, una forma de solapar lo que hacen o dejan de hacer. El mausoleo de Franco, la trama Gürtel, Rato en Bankia y la guinda final la vacunación de las hermanas del rey y la destrucción de las armas de ETA, son en exclusividad las noticias que ilustran los telediarios.

Es imprescindible reaccionar y centrar la atención en los problemas actuales e intentar ponerles remedio pues cuestionan la paz social. Los engaños que matizan la realidad, que distraen con medias verdades tienen efectos devastadores en la política. Engañar a toda la sociedad es deslegitimar las instituciones, es corromper desde dentro y hace del Estado un artefacto que destruye la libertad.

Ana Marìa Torrijos