Por muchos años y siglos que transcurran hay tendencias, situaciones y comportamientos inmutables. Siempre aturde descubrir que el ser humano pueda abandonar las actitudes positivas que le alejaron de la animalidad y que le fueron haciendo más capaz de comprender que hay valores muy superiores al instinto.

Los acontecimientos se suceden en todos los ordenes, inciden sin pausa en la sociedad y si ésta no disfruta de su mejor momento, puede quedar adormecida por mensajes equívocos y modelos de actuación impropios, que lo único que pretenden es desviarla de las pautas ajustadas a la iniciativa personal y a la libre disposición de su hacer diario.

El compromiso, la responsabilidad, la honestidad son algunos de los mimbres requeridos para forjar una sociedad digna de seguir adelante.

Los trucos que se emplean para desviar la atención de la realidad son variados y se ha de saber desmenuzarlos y con voz clara denunciarlos. La corrupción lo emponzoña todo, desvirtúa los fines y hasta encarcela los valores que deben animar a un país a mejorar. Son continuos los robos que cargos electos han perpetrado a la Hacienda pública y en concreto en Cataluña mucho ha sido el dinero desviado de causas nobles, la del sector de la Sanidad y de la Educación, para cubrir despilfarros identitarios y como complemento hacerse con un legado muy apetitoso. Los seducidos por los mensajes nacionalistas no ven ni oyen nada que pueda ponerles al corriente de la actuación delictiva, en todo caso la justifican pero lo más triste es que los que no se identifican con esos postulados ideológicos no se dan por enterados o no quieren esforzarse en saberlo.

Las múltiples secciones, comisiones o áreas creadas de un tiempo para aquí, justificadas por necesidades imperiosas: feminismo, ecología, igualdad de género……, han despertado unas ansias enormes de contar euros, que nadie sabe a dónde van a parar, lo que sí se puede decir con certeza es que no se invierten para ayudar a futuras mamás necesitadas de apoyo, al mundo rural sin recursos para seguir manteniendo el equilibrio medio ambiental y a incentivar en todo momento la valía de cada individuo, hombre o mujer, con la mejora de la formación en el seno de la familia, en la escuela y en el ámbito social.

Se cuestiona mucho el mantenimiento de las pensiones, que es lógico reformar y buscar una solución que las haga sostenibles, pero nadie cuestiona los múltiples cargos, consejeros y falsos funcionarios que ahogan nuestra economía, unas instituciones mastodónticas y el retiro paradisíaco de ciertos políticos , paga, secretaria, despacho y coche oficial hasta el final de sus días, todo ello un lastre para Hacienda y además potencia el aumento de la deuda.

La información es importantísima en democracia, una información plural, profesional y como estandarte la verdad. Frente a esta premisa se alza la realidad – la mayoría de los centros de información, escritos y audiovisuales reciben gratas subvenciones del Gobierno o en su caso son de propiedad estatal -. Muchos empleados, colocados con la excusa de una necesidad institucional, acopian a bocados el dinero destinado en un principio a fines sociales, no a ahogar la libre iniciativa y mantener a arribistas, empleados adelantados de ese modelo de vida diseñada para servir de marioneta del poder.

La multiculturalidad es un concepto muy al uso entre ciertos sectores surgidos a salto de mata. Término que nos abre un utópico paraíso, un modelo incompatible con los valores de la cultura occidental. Hay visiones de la vida y de la actuación individual muy distantes entre sí, antagónicas, por lo que es imposible hacerlas convivir. Unos modelos que despojan a la mujer de sus facultades y derechos, excepto de una única función, la reproductora. Los presupuestos para fomentar ese maravilloso modelo de anclaje cultural , son amplios, en detrimento de lo que necesita el marco de referencia para trazar el día a día, libertad, derechos y leyes, resultado de un debate plural.

A pesar de la madurez y de la evolución académica, muchos son los que sucumben, aceptan y ayudan a potenciar un sistema de muerte de los valores conquistados. Puede mucho Don Dinero.

Ana María Torrijos