Este pasado fin de semana, dando por comenzado éste la tarde del viernes, fue muy interesante. No cabe duda de que al llegar a ciertas edades, como supone haber sobrepasado con una pequeña holgura el umbral del cincuentón, se puede hacer una retrospectiva objetiva de lo que ha sido y supuesto el conocimiento de ciertas personas. Algo que se maximiza sí, como ha sucedido en la última década, uno está metido en todos estos fregaos que tienen que ver con la defensa de los valores constitucionales y la libertad, lo que me ha permitido ser un privilegiado con acceso a personas a las que uno admira y respeta. Y, sin duda, el viernes por la tarde conocí a una de esas personas que te llegan. Una mujer comprometida, con claros principios y una solvencia moral incuestionable.

Durante el acto que Cataluña Suma celebró el viernes 22 de abril en su sede, organizado conjuntamente con la Asociación por la Tolerancia y un lleno absoluto de nuestro auditorio, en lo que fue el preámbulo a la celebración de Sant Jordi, se presentó el último libro de Rosa Díez. Durante el evento pudimos disfrutar de la valoración certera y sincera que la autora hacía de la política actual y del periodo en el que se sustenta la redacción de su manuscrito. Sus referencias a la situación actual vasca y la que ha sido el guion de toda su vida, a la vez que comentábamos los paralelismos evidentes con lo que llevamos soportando los catalanes de bien con el proceso de marras, junto a los derroteros que han tenido lugar desde la perspectiva de la gobernabilidad nacional o los entresijos de la época, fueron sumamente interesantes.

El título del libro, “Maquetos”, no nos dejó indiferentes. La sensibilidad de ese término es mayúscula al comentar su redacción en una sala en la que todos los asistentes cabían en ese mismo compartimento, al ser catalanes señalados con la idéntica visión denigrante y supremacista que se daba en las provincias vascas, pero que aquí usa como identificativo insultante el término “charnegos”. En este sentido conviene dejar claro que, para los presentes, el uso de dicha terminología sectaria y pretendidamente acomplejadora no ha influido ni condicionado. Todos nos hemos mostrado siempre orgullosos de nuestras raíces y del pasado de nuestros padres o abuelos. De hecho, como Rosa enfoca en su libro en referencia a lo acontecido en su comunidad natal, el hecho de ser descendientes de los movimientos migratorios del siglo pasado, los que impulsaron el desarrollo de ciertas zonas en las que se potenció la industria, hace oportuno el reconocimiento del esfuerzo que han llevado a cabo nuestros ascendientes y el valor de sus apellidos, al contribuir con su trabajo y sudor al crecimiento y desarrollo de sendas comunidades españolas.

La experiencia que me ha supuesto la lectura del libro, que no me llevó más de medio día, ha sido gratificante y con mucho sentimiento. Es muy difícil encontrar otra persona que tenga tanta sabiduría acumulada o que disponga de un bagaje en la vida social y política que facilite la comprensión de lo que ha sido, y es, vivir en la comunidad vasca sin ser de los que se consideran dueños del caserío. La lectura ha sido muy clarificadora y docente, al manifestar con todo lujo de detalles el escenario en el que ha desarrollado su vida y cómo ésta se ha visto siempre condicionada por el hecho de no estar adscrita a la “religión verdadera”. Una posibilidad que para muchos es lo fácil y cómodo -de un modo rufianesco-, avergonzándose de lo que es para convertirse en otra marioneta más del nacionalismo. Y qué fácil es entenderlo cuando uno ha nacido en Cataluña y tiene el privilegio de tener padres de fuera que decidieron formar familia y trabajar en una tierra de acogida como era Cataluña, pero ahora se convierte en testigo de primera mano del ensalzamiento de lo que consideran la raza propia, denigrando con ello lo que nos une a todos los españoles y buscando unas diferencias que, por más que lo intenten, no encuentran. Parece mentira que no asuman lo sano que ha supuesto el mestizaje de nuestra España y el peso de su realidad nacional, en contraposición a la recurrente paranoia de falsas naciones inventadas fruto de mentes e historiadores de chiste. Espero con ansia que llegue el momento, aquí y allá, de cerrar ese círculo en el que se reconozca el error y se agradezca la contribución de todos los que han hecho grande unos territorios que hoy, viciados por las mentiras y la tergiversación, entorpecen su futuro, y el común, al dejarse llevar por la obsesión de mirarse el ombligo y creerse superiores.

Gracias Rosamari, la niña que ya peina canas, por brindarnos este libro y dejar constancia de una realidad que, interesadamente, en muchas ocasiones se oculta o niega. Y muy especialmente por acompañarnos el viernes en nuestra sede, tu casa en Barcelona, además del tiempo en que nos acompañaste a primera hora y firmando a media mañana ejemplares de tu libro, en la carpa de una de nuestras entidades -Convivencia Cívica Catalana-, durante el lluvioso sábado de Sant Jordi que, agradecidos por tu compañía, realmente será inolvidable.

Javier Megino
Presidente de Cataluña Suma por España´