Todos procuramos asegurar la entrada a nuestras casas ante cualquier posible delincuente que intentase asaltarlas para robar, la tranquilidad es lo que prima, es lo que permite vivir con proyectos a cumplir y con la ilusión puesta en ellos.

El Estado, el Gobierno o los poderes públicos en general tienen a su disposición unos cuerpos de seguridad para prestar esos servicios tan necesarios en todos los ámbitos, sea en las calles de la ciudad, en el medio rural, en los aeropuertos, en pasos fronterizos o en cualquier otro lugar en el que se necesite mantener el orden, ajustado a las normas establecidas, para que podamos implicarnos en lo propio, existir, trabajar, relacionarnos y amar.

Una de las fuerzas destinadas a tal fin es la Guardia Civil, instituto armado de naturaleza militar que depende del Ministerio del Interior y del de Defensa. Sujeta a una disciplina militar bajo las directrices del poder político, su servicio abnegado pone por delante de sus propios intereses los de los demás, en defensa de su Patria e incluso dispuesta a dar su propia vida. Su disciplina, ese valor tan olvidado hoy, le lleva a sacrificarse y a renunciar su voluntad, ÉSE es su compromiso.

Su presencia en todo el territorio ha sido y es inoportuna para los nacionalistas y para todo aquel que desee eliminar la Nación española. Muchos de sus miembros fueron víctimas de la barbarie, de atentados de los más sangrientos, imágenes desoladoras, cuerpos mutilados y hasta de niños cuando se atacaba las casas cuartel, en nuestra memoria está gravado el 29 mayo 1991 en Vic.

Pronto para ciertos gobiernos se convirtieron en trueque electoral, fueron relegados de algunas funciones que desarrollaban, carreteras, puertos…… Cuarteles desmantelados, su presencia era la moneda de cambio para ostentar el poder, por convencimiento ideológico o por interés político partidista.. Hasta sus remuneraciones salariales son inferiores a las que reciben los policías autonómicos y en la pandemia del Covid en Cataluña se les atrasó el suministro de la vacuna, fue necesario dar publicidad a esta injusta medida para que hubiera la rectificación e incluso en esta persecución obsesiva, se sumó la destitución del Coronel Pérez de los Cobos de su responsabilidad como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil cuando vieron imposible obligarle a actuar ilegalmente al servicio del mando político.

Hemos tenido que llegar a ver cómo se utiliza por parte del Gobierno a esta abnegada institución para disimular las corruptelas del entorno familiar de la señora María Gómez, Directora General del Cuerpo de la Benemérita, cargo electo por el Ejecutivo, y para más oprobio ensalzada sin límites por el ministro Grande-Marlaska y acompañada en su comunicado de dimisión por altos miembros del cuerpo militar y también el uso extorsionado del “caso cuarteles”.

En estas lamentables circunstancias, hay que recordar con respeto a los miles de agentes policiales que en el cumplimiento de su deber se entregan sin límites al servicio del ciudadano. Gracias por el rescate de aquel alpinista caído por un barranco, gracias por la tarea frente al narcotráfico en las costas, gracias por la ayuda prestada al conductor en las autopistas, por el apoyo a la mujer que sufre violencia, por cuidar las fronteras y aduanas ante las avalanchas de la inmigración ilegal, muchas gracias por toda la larga lista de operaciones que prestan los guardias civiles cada día en silencio con el único apoyo de su conciencia, por defender a los ciudadanos de los actos delictivos y por ayudar a mantener los derechos y libertades. Los colegios de huérfanos del cuerpo armado donde están los hijos que perdieron a sus padres en acto de servicio, posible cantera para acceder a la nobleza de sus progenitores, también sufrieron el asalto del señor Luís Roldan, el primer civil que se encargó de dirigir el cuerpo.

Se ha deteriorado tanto la acción política que quiere arrastrar consigo los pilares que sustentan el sistema democrático y con ellos los principios básicos que constituyen el proceso de humanización a lo largo de los años. Conforta que los aplausos y vítores acompañen a la Guardia Civil en los desfiles, los ciudadanos en plena entrega le muestran su admiración. Paz y honor.

Ana María Torrijos