Quienes han seguido todo el proceso democrático les debe sorprender las frases emitidas por el presidente, Pedro Sánchez, frases pensadas, redactadas y utilizadas con fines electoralistas pero que carecen de solidez y están faltas de veracidad. Si uno se queda con esas expresiones revestidas de tono mitinero se le plantean dos bloques, el opuesto a la senda democrática, contrario al respeto de la libertad, a aceptar la iniciativa individual, y enfrente el legitimo, el honesto, el único solidario, la última sesión del Senado es la prueba. A partir de ahí no se necesita un gran esfuerzo para aseverar que la izquierda es la única digna de ese espacio carismático y la derecha la heredera de la barbarie.

Y eso impera en los medios, la mayoría bajo el peso de la subvención, lo que impide a muchos ciudadanos recibir el amplio abanico real de los hechos. Una democracia medio amordazada Y más aún si no se impide el voto por correo inducido o comprado a los emigrantes como se ha detectado en Melilla.

El balance de estos años es muy negativo y sobre todo el de esta última legislatura. Se han perdido las buenas maneras en la dialéctica y en la imagen de los que son miembros del Parlamento o de otra institución autonómica, municipal. No se penaliza la mentira, los agravios difamatorias alejados de la realidad, el uso indebido de las responsabilidades que exigen los cargos públicos. Muy difícil es tener como modelos de conducta a gran parte de los representantes políticos, con curriculum precario o falseado, imposibles referentes para la juventud.

Violencia en las calles, robos, y arrinconado el que no se suma a las directrices de los que tienen el poder. Listas electorales sin poderse completar por miedo a sumar públicamente el nombre y los apellidos a un partido constitucionalista, al Ir a votar en según que pequeños municipios es fácil ser identificado como enemigo de la causa independentista. Hasta el deporte está contaminado por la corrupción, compra de árbitros, insultos desgarradores, nos hace bajar la cabeza.

Se está destrozando nuestra riqueza agraria mientras se eliminan pantanos y no se estudia un plan a nivel nacional de reparto del agua, lo que elimina el asentamiento en los pequeños pueblos y amontona a la población en las ciudades, algunas deterioradas por la ineficacia de la gestión de sus alcaldes, sólo preocupados en ideologizar su gestión en lugar de estar al servicio de todos los ciudadanos, los que le votaron y los que buscaron otras opciones. El uso indebido de los medios, que la democracia pone a disposición de la libertad, ha ido degradando el funcionamiento del Estado. El llamado cuarto poder, los transmisores públicos de la información tienen que ser independientes, al servicio únicamente de las noticias. El poder judicial no debería consentir el deterioro de la Fiscalía ni facilitar que los jueces se impliquen con la política en sus sentencias.

Si se desea tener como referencia la ley y la libertad, el sistema parlamentario requiere en estos cruciales instantes una reforma amplia que restablezca el equilibrio de poderes, que ha sido desdibujado por el carácter totalitario de algunas fuerzas políticas. Democracia es alternancia, es compartir valores claves del sistema, lo que hace inviable que quien tiene como motivación de su existencia la destrucción del proceso democrático y de la propia Nación que le ampara, pueda compartir espacio en las propuestas políticas electorales.

Paso a paso se ha permitido transitar por los espacios democráticos a los que no lo son y más aún a sus enemigos. No se ha de pactar con los que niegan la libertad de ser, de pensar y de actuar según criterios personales. La ley electoral es lo primero que debe cambiarse, ningún territorio debe ser regido con privilegios a sus ciudadanos, todos iguales ante la ley.

Días de reflexión antes de emitir el voto, de ello depende el iniciar un proceso de recuperación de los valores personales y colectivos.

Ana María Torrijos