Las urnas se llenaron de votos y luego fueron aligeradas con el recuento de los mismos, un resultado favorable a la derecha al conseguir la mayoría de las comunidades y ayuntamientos sin olvidar el Senado. La losa informativa dirigida por la izquierda y los nacionalistas, ha impuesto una lectura fantasmal, el PSOE es el partido predispuesto a continuar, a repetir su legislatura, España es de izquierdas.
La democracia está en una situación de lo más delicada, antesala a una desaparición y con ella España. El Sanchismo, abierto a pactar con la carcoma más eficaz, predispone a pensar en descartar la división de poderes, las libertades que aún quedan y posiblemente la jefatura del Estado.
Ante el resultado electoral la sociedad está reclamada a afianzar su presencia y soberanía si no desea la desaparición del marco de libertades. El voto de los artilleros enemigos es minoritario, fuerzas sectarias, xenófobas, aupadas por la ley electoral y por un sector social que compensa sus limitaciones personales con la pertenencia a esa movida identitaria.
Confusión, sorpresa, resultados no pronosticados por las encuestas hace sospechar lo que no es de recibo en un proceso democrático, una injerencia política. La oposición ganadora aturdida y el gobierno perdedor con sonrisas y dispuesto a disfrutar de las vacaciones o por lo menos es lo que se vende. El balance es negativo, incertidumbre, el señor Feijo podrá asumir la presidencia o será el señor Sánchez con los mismos apoyos de esta última legislatura, los que no respetan la Constitución, los que anuncian referéndum de independencia y los que vitorean a los que segaron la vida a muchos ciudadanos.
Las pautas a seguir en circunstancias tan complejas tendrían que estar bien definidas, sin atropellos de ningún tipo, sólo la aplicación de la ley, sin falsas interpretaciones.
Todo son suposiciones, encuentros velados y los ciudadanos ausentes, ya han votado, está cubierto el escenario, eso sí, se anuncian con alborozo sobresueldos, tarjetas bancarias y otros artilugios para los diputados elegidos, mientras se está jugando con el presente de un país, el pueblo llano que sabe lo que es trabajar y esforzarse para cubrir todas sus necesidades. La política es un mercadillo “apoyos a cambio de indultos, del perdón de la deuda millonaria, la concesión de una consulta de independencia, el traspaso de competencias….”, mientras se ignora al único soberano, el pueblo.
La imagen que se ofrece sin reparos es lamentable y mientras sube el Euribor que encarece las hipotecas, la economía familiar es la perjudicada, pero eso es lo que menos importa, lo que centra la atención es qué le dará el Ejecutivo a este o al otro para perpetuarse en el poder. Desde los ámbitos políticos se lanzan soflamas a través de la pantalla televisiva con el convencimiento de que es fácil engañar al pueblo, aborregado, en espera de la ayuda del Estado, no de su propio esfuerzo. Un país con una tasa de paro juvenil desorbitante, con una inseguridad en la calle en aumento, con poquísima conciencia de pertenencia, sólo parece interesarle la posición a tomar por ésta u otra comunidad autónoma, historietas nacionalistas dignas de beneficios en detrimento del marco jurídico, mientras el Estado de Derecho está en la uvi, necesitado de un tónico para salir de la encrucijada a la que ha sido arrastrado.
No hay aliciente por parte de los jóvenes en buscar un trabajo que les dé capacidad para sentirse útiles, parece ser suficiente la ayuda prestada por el gobierno de unos euros para invertirlo en cultura, de la que están faltos pues en el sistema educativo está ausente. Nuestras costas dan la bienvenida a emigrantes ilegales y despiden a ciudadanos que buscan en el extranjero un futuro mejor.
Hay que gobernar y solucionar todos los problemas que han surgido y puedan surgir en lugar de surcar las rutas turísticas marroquíes en busca de no sé qué y de que la comparsa Yolanda Díaz proponga que en el Congreso de los diputados se utilice también el catalán, el gallego y la lengua vasca, pues España es un país de países.
Ana María Torrijos